Contra la cultura del subsidio, una interpretación (post-288)
La semana pasada, entre viaje y viaje, me terminé “Contra la cultura del subsidio” de Marc Vidal. Es un libro que me ha dejado un sabor ambivalente, aunque prima la sensación de que valió la pena.
No soy un fan de Marc. Su discurso me genera suspicacia. Su forma de abordar algunos negocios también. Pero el tema me interesa, alguien me recomendó el libro, y me gusta elegir mis lecturas desde lo diverso, y sin prejuicios. Además, mi experiencia en el mundillo de la innovación me hace especialmente sensible al título, porque me consta que en España muchas empresas (personas) solo innovan cuando hay subvenciones (ayudas), y eso no es innovar, ni es nada.
El sustrato ideológico del libro es una mezcla rara entre lo libertario y lo neoliberal. Por eso se me ha hecho divertido, porque en el momento que empezaba a ponerme mosca por sus constantes diatribas contra cualquier cosa que sonara a lo público, lanzaba un argumento que me desinflaba al conectar ingeniosamente con mi espíritu libertario.
Su crítica a la maquinaria político-partidista la suscribo tal cual. Estoy de acuerdo con que “hay una voluntad ciega por crear un cuerpo social dependiente, supeditado a la dinámica administrativa y, fundamentalmente, poco crítico”, o cuando reprende a “dirigentes públicos que son enchufados de partido y que fuera de esos círculos no tendrían donde caerse muertos”. Yo añadiría que eso ocurre también en el mundo de la empresa, sólo que la exigencia de resultados es un filtro-depurador que (lamentablemente) opera un poco mejor en los negocios que en la política, pero algo debe funcionar mal porque hay bastante mediocridad en los dos.
Marc se autodefine como un “patólogo de la economía”. Es de bisturí alegre, y su obsesión es el Estado interventor. No está mal darle unas cuantas hostias al Estado para que espabile, estoy a favor de que se haga eso, y Marc lo hace en un lenguaje directo, sin florituras; aunque su ensalzamiento de lo privado vs. lo público tiende a lo maniqueo, y en eso no se diferencia mucho de otras voces que ya conocemos.
Por ejemplo, yo creo que mete en el mismo saco al “empresario” y al “emprendedor”. Sobre esto ya tuve una dialéctica en Twitter alguna vez. Hay “emprendedores” de auto-empleo que no son empresarios, no han creado verdaderas empresas; pero también hay muchos “empresarios” que de emprendedores no tienen un pimiento. Esto en España es muy común, así que siempre insisto en fijar lindes entre ambos conceptos.
Tampoco es cierto, como dice Marc, que “en el Reino Unido, como en Estados Unidos y Japón, lo que caracteriza su economía es el libre mercado en todas sus consecuencias”. Me produce sonrojo leer eso. ¡¡Pues no!!, más por ingenuo que por interesado, y lo estamos viendo más que nunca con la crisis y la parodia de los mercados financieros. La clase política en esos países está infiltrada como un queso gruyer por los intereses del capital que conspira sistemáticamente contra el libre mercado hasta convertirlo en una sátira ilusionista. Otra cosa es decir que en España eso está aún más podrido, y con eso sí puedo estar de acuerdo.
Al comparar la situación de España con países que “no están en crisis” como Colombia, Ecuador, Perú… incluso EEUU, Marc parece sugerirnos que la solución para destapar nuestra capacidad emprendedora está en reducir las prestaciones sociales que nos adormecen. Esto, visto fríamente, tiene sentido… pero ¿y qué pasa con la extrema pobreza que hay en esos países, y que no tenemos como fenómeno extendido en España? Esa parte de la historia hay que meterla también en el análisis, pero Marc no la menciona. Una política responsable ha de preocuparse por la redistribución del ingreso. Tampoco olvidarnos que son las “prestaciones sociales” las que evitan que fenómenos como la violencia arraiguen mucho menos en España que en esos modelos que usa como referencia. Examinar la realidad a trozos, sin una mirada sistémica, es de los errores más comunes del pensamiento neoliberal.
El libro me ha gustado tanto por su frescura como por sus excesos. Está bien escrito, y se lee muy rápido. Se vuelve algo repetitivo, redundante, con algunas ideas, pero la beligerancia de Marc hacia ciertos temas son bien conocidas, así que quien compra el libro debe saber lo que se va a encontrar. Yo buscaba ese contrapunto, y no me defraudó.
Su diagnóstico de la realidad actual puede parecer exagerado, pues dibuja un panorama demasiado sombrío y catastrofista, pero francamente, comparto una parte de sus preocupaciones. Profundizar en los qué, y en los por qué, lo dejo para otro post, porque sería largo de abordar si se quiere hacer bien.
Cuando Marc Vidal habla del “Sofá social”, yo rescato la parte pedagógica de la expresión que reclama un mayor sentido de la responsabilidad individual en la construcción de una salida a la crisis. Creo que la izquierda lleva mal este tema, es una de sus asignaturas pendientes, porque está demasiado constreñida al dogma paternalista del “papá-Estado”.
La izquierda habla en exceso de “derechos”, y olvida a menudo que sin “deberes” no tenemos nada que hacer. La “cultura del esfuerzo”, bien entendida, debe imponerse a la del subsidio. El país que no lo entienda, está condenado.
Ariel bangher
Gracias por la reflexión.
luis.tic616
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Joanka
Qué pasada!!!!!
Si esto es ya casi más extenso que el libro de Marc!!!!
Yo creo que, vistos los derroteros políticos que está tomando el gobierno del estado español, muy pronto no vamos a tener que preocuparnos por los subsidios, ya que van a ser para los de siempre y en opacas condiciones… y creo que tampoco hay que dedicar demasiado esfuerzo meníngico a la emprendeduría, ya que se está cuajando un ecosistema que va a facilitar que (para los que no vengamos de familias bien) sea muy fácil dar el paso de emprendedor a «emperdedor»…
Lo que se nos viene encima sí que es comparable con otras realidades y sí que está bien hacer comparaciones parciales, puesto que presiento que vamos a quedarnos con lo peor de cada casa.
En fin, que vivimos tiempos en que, en el ámbito laboral y de derechos sociales, el tiempo empieza a transcurrir hacia atrás, y en que los lejanos días del señoritismo explotador se acercan a pasos agigantados.
Así que, más allá del liberalismo, nos vamos a topar con un opresionismo político-económico que lo que pretende es aumentar más y más la distancia entre ricos y pobres, y ahogar a esa clase media que sigue creyendo en la falacia del ascensor social.
Y el caso de la educación pública no es un ejemplo más… es la piedra angular que sustenta un sistema de riqueza-pobreza y que la derecha de este país sabe que tiene que dinamitar, como ya hicieron sus ancestros con la escuela republicana y con la Mancomunitat catalana… y es que… nos prefieren analfabetos!
En cualquier caso, siempre nos quedarán espacios como éste, que invitan a la reflexión y propician el debate, para, por lo menos en el mundo de las ideas, sentirnos libres!
Gracias, Amalio, Luis, y resto de comentaristas por estimular mis neuronas en estos tiempos de gris apatía y de desesperación.
(Y que no me entere yo que os vais de cañas por Barcelona sin mí!!!)
Amalio
Mil gracias a tí, Joan. Aportas una mirada complementaria. Casi nos habíamos olvidado de lo que está pasando ahora, y que probablemente esto del subsidio o las subvenciones pase a ser un tema obsoleto, que no merezca el más mínimo debate.
Ya sabes, la «ley del pendulo», se pasa de un extremo al otro.
Lo de la educación publica canta, y mucho. Es de esos pilares esenciales (incluso, estéticos) que la ideología de derecha considera prioritario en su nuevo modelo de país. Odian la escuela publica, está claro… por mucho que lo disimulen.
Retomo el acta que abrí con Luis, y paso a registrar ante notario que serás también invitado a las cañas por BCN, ¿pagas tú la segunda ronda? Ah, espera… no, no… si es que yo te debo una cena….
Un abrazo
luis.tic616
La verdad es que ya empiezo a ver poca discrepancia en lo esencial. En todo caso que conste mi discrepancia de que individualista es egoísta y mi tesis de que cualquier colectivismo lleva a la destrucción de la libertad individual, sin respeto de zonas grises ni rojas. Y un apunte: no creo que haya que identificar «derecha» con liberalismo, los regímenes totalitarios y fascistas del siglo pasado eran colectivistas, el individuo no contaba, debía eliminarse.
Tenemos tema del que hablar pero el formato se nos ha agotado. Próximo round, delante de una ronda (¡buf que chiste más malo!)
Josean, Joanka, estáis invitados
Un abrazo a todos
Amalio
jjj…. perfecto, Luis, firmamos y sellamos el acta. Presentada ante notario en sobre y sello lacrado. De las cañas no se salva nadie, ni de pagarlas tampoco, porque serán varias rondas 🙂
un abrazo
luis.tic616
Me gusta tu análisis no fundamentalista y abierto. Es algo a lo que no estoy acostumbrado en este tipo de debates, y eso me ha animado a meterme en el charco 🙂
Vaya por delante que no he leído el libro pero sigo a Marc Vidal desde hace mucho tiempo por lo que creo que puedo opinar con (cierto) conocimiento de causa.
Ya lo ha dicho un comentarista antes, Marc carga más contra los que se aprovechan del estado que contra el estado mismo.
No voy a repetir aquello en lo que estoy de acuerdo por lo que paso a la arena de donde no opinamos igual:
No creo que al liberalismo le falte la visión sistémica respecto a la pobreza, lo que pasa es que el ángulo de visión es distinto. No hace énfasis en «repartir» riqueza sino en generarla, sin trabas, basándose en la responsabilidad de cada individuo, y negando los «derechos» que se (auto)adjudican algunos porque esos derechos acaban siendo «deberes» para otros. Claro que ese edificio se sustenta en la igualdad de oportunidades y ahí es donde está fallando, en mi opinión. Por unos que lo pervierten con lo de la «igualdad, mediocre todos, por decreto» y los contrarios cuando zancadillean a la educación pública por ejemplo.
El liberalismo, en el fondo si se le puede achacar algo es de pecar de ingenuo, porque necesita al individuo libre, responsable y con una ética humanista, que se enfrente al colectivo uniformizador. Sin esa ética no deja de ser una utopía
En fin, estos son mis two cents
Amalio
Estimado Luis. Me alegro que te hayas animado a participar. Aquí estamos abiertos a la «cross polinization», a escucharnos unos a los otros. La riqueza está en la conversación, aunque algunos funerarios-de-los-blogs se empeñen en ignorarlo.
En referencia a lo que comentas de Marc, ya contesté a Ivan mi punto de vista. Si lees el libro vas a ver que hay una «carga en profundidad» sobre lo público, y eso no debería sorprendernos. Es una moda, es casi una consigna dictada, en esta nueva generación de líderes emprendedores que sin darse cuenta, cultivan un tipo nuevo de «pensamiento único», y que parece decirnos: «oye, hazte emprendedor, sino jódete».
Y no hablo de la persona-emprendedora en su sentido más amplio en la vida, como una actitud, que es algo siempre deseable. Todos podemos mejorar en ese atributo. De hecho, mi reclamo en el post de más responsabilidad individual va en esa línea.
Lo que me molesta es esta nueva «solución universal» que nos venden ahora de que to’quisqui cree empresas o se busque la vida como autónomo. Es algo que funciona para ciertas personas, pero para otras no. No se puede forzar. Si reconocemos la diversidad, entonces tenemos que apostar por recetas diversas, y algunas de las soluciones pasan por humanizar el trabajo por cuenta ajena, que existe, y seguirá existiendo. El «pensamiento-único-emprendedor» produce rechazo, porque parte de suponer a los otros nuestras propias expectativas de vida.
Luis, el «neoliberalismo» está cargado de incoherencias, y es más hipócrita que el estatismo que critica. Su oposición a la intervención redistributiva del Estado perpetúa y acrecienta la desigualdad social porque la «mano invisible» no es imparcial, y parte de una situación de privilegios, donde unas manos son mucho más eficaces que otras. Ya sabemos cómo funcionan los mercados bajo la vigilancia de los poderes fácticos. El estado interviene con la «mano visible», y así al menos podemos juzgarla, pero el trabajo de fontanería que realmente decide es el subterráneo que hacen los mercados manipulados.
Además de «generar» riqueza, hay que «redistribuirla». Lo tengo clarísimo, porque todos partimos desde punto de salida distintos, y eso condiciona la capacidad de llegar más lejos o más cerca. El liberalismo parte de la creencia de que la «igualdad de oportunidades» está dada, que es una premisa natural, pero eso es un embuste, que nos venden algunos por ignorancia (ingenuidad) y otros por puro interés… porque quieren seguir explotando sus ventajas.
Si aceptamos la necesidad de intervenir para generar un marco de «igualdad de oportunidades», y no de «igualitarismo» (ése es para mí el reto capital del Estado repensado desde la izquierda), porque tal marco no se va a producir de forma natural (¿o piensas que sí?), entonces habrá necesariamente un intercambio de deberes y derechos. La redistribución del ingreso, para mí, es un requisito para el equilibrio social y la reducción de tensiones. Otra cosa es cómo lo hacemos, y cómo lo estamos haciendo, para que sea justa, y al mismo tiempo evite comportamientos de free-rider o polizón. Tú lo explicas bien en tu comentario, porque ese equilibrio no está logrado (el ejemplo de la educación es muy válido).
Podría estar escribiendo todo el día de esto, porque es un tema que da mucho juego. Por ejemplo, no he querido meter en la coctelera las enormes contradicciones que se producen entre el «liberalismo económico» y el «político» (tela marinera, colega, con las Esperanzas Aguirres o los Gallardones…). Esas incoherencias están preñadas de hipocresía. También podríamos hablar de los bancos que quieren un entorno liberal (laisser faire a tope) para enjugar sus ganancias, pero en épocas de crisis llaman a papá-Estado para que socialice sus perdidas.
Por último, soy de los que piensan que esta sociedad está tan interconectada, y «dependemos» tanto los unos de los otros, que tanto individualismo puede resultar autodestructivo. Nadie puede hacer la guerra por su cuenta, así que el «individuo libre» tiene unos límites en la libertad del otro, y eso es una pescadilla que se come la cola. El colectivo puede ser «uniformizador», pero también convenientemente «socializador». Y como siempre, detrás de todo esto hay toneladas de ideología, aunque algunos se empeñen en presentar sus propuestas desde una absurda neutralidad.
Mil gracias, Luis, por tus «two cents»… Ya ves lo efectivo que has sido tirándome de la lengua con este meta-post..
Un abrazo 🙂
luis.tic616
Un placer Amalio.
No puedo seguir la discusión sobre lo anti-estado de Marc en el libro porque no lo he leído.
También recelo de ese discurso imperante de que o emprendes o el abismo, sobre todo porque muchos de los que lo defienden parecen vivir de eso – ¿cómo era aquello de que en la época de la fiebre del oro en el salvaje oeste los que realmente se forraron fueron los que vendían palas a los mineros buscadores de oro? – pero eso no quiere decir que no tengamos que cambiar nuestra mentalidad ante lo que se puede ver tan claramente, y que es la desaparición acelerada del puesto de trabajo tradicional y para toda la vida en la misma empresa.
Sobre el liberalismo ya tenemos más «material». Y es que no creo que ningún país ahora mismo pueda decir que tenga las estructuras de gobierno y de humanas que necesita el liberalismo para funcionar. O son sociedades con una desigualdad instalada, o mercados manejados por corporaciones que hacen que no haya libre mercado real, o políticos -tú has citado alguno- que se han apoderado del sistema.
En un sistema liberal esos bancos que mencionas que quieren socializar las pérdidas van a la puta quiebra directa y sus directivos a la cárcel, y quien lo está evitando, aquí y hoy, es papá estado en «bien del colectivo», quizá porque se siente responsable en cierta medida (cajas de ahorros) o porque los partidos les deben mucho (deudas perdonadas).
Aceptamos que hay que intervenir, Yo creo que no se trata de hacerlo mediante la «redistribución» de lo generado porque eso perpetúa la situación de que «unos generan y otros reciben», sino de conseguir que todos puedan generar, y te doy la razón de que esto es una falacia si todos no parten de la misma casilla de salida. Por eso la escuela «pública» es tan importante (y digo pública en sentido amplio, el concepto es que cualquier niño reciba una educación adecuada sin depender de los recursos de sus padres, y eso no necesariamente significa escuela del estado).
No tengo la fórmula mágica para poner en marcha esto, supongo que habrá que pasar por un periodo de transición, pero esto ya se escapa de este comentario y de mis conocimientos.
Discrepo en lo que comentas del individualismo. Individualismo no significa egoísmo, esa es una manipulación falaz y burda de los colectivistas uniformizadores. El individualista reconoce sus límites y el de los demás individuos, el colectivista no, porque se basa en su derecho de invadir los del individuo.
Y precisamente, esa gran interconexión de la sociedad actual hace posible como nunca realizarse plenamente al individuo y al mismo tiempo poder socializar como nunca también- nadie ha dicho que un individualista no necesite al resto de la sociedad.
En fin, Amalio, creo que lo mejor es que la próxima vez que vengas a BCN sigamos esta charla, delante de una cerveza o un té verde. Ya sabes, yo pago la primera ronda.
Gracias por hacernos pensar
Josean Rodriguez
Oye Luis, con el permiso de Amalio, me ha gustado mucho lo que dices y como lo dices…
Además le has «apretado» un poquito 🙂 a Amalio, que es un discutidor fabuloso y ya por eso tienes un notable mérito…
Una gozada poder seguir post e intervenciones de la calidad que se ven en esta casa…muy buena gente y mucho nivel.
Y si os tomáis la cerveza, decir cuando que necesito una excusa para ir a Barcelona… 😉
Abrazo a todos!
luis.tic616
Gracias Josean pero no «azucemos a la bestia», que estoy temblando con la respuesta de Amalio :))
Un placer si vienes a Barcelona
Amalio
Luis:
Antes de todo, gracias Josean por el caramelo envenenado. Tú métete conmigo, y ya veras, colega 🙂 Pues nada, aquí vuelve la «bestia hambrienta» de dialéctica. Poneros los chalecos…jjj.
Entrando en materia, Luis. Léete el libro y ya me dirás, creo que es lo mejor. Seguro que mi lectura es sesgada, así que no me hagas mucho caso como crítico de libros.
De acuerdo con que «tenemos que cambiar la mentalidad». Para eso son muy recomendables las lecturas de autores nada sospechosos como Zygmunt Bauman y Richard Sennett, que nos hacen ver con claridad que «el trabajo para toda la vida» en una misma empresa pertenece al pasado. Este mundo de hoy nos pide «resiliencia», y tenemos que poner de nuestra parte para que tanta flexibilidad no nos intoxique de estrés. Y uno de los caminos, pero solo uno, es el de hacerse emprendedor. Hay muchos otros igualmente válidos, incluso en el nuevo escenario que tenemos.
Cuando nos cuestionamos (o reivindicamos) la validez del liberalismo apelando a la idea de que ningún país ha podido llevarlo plenamente a la realidad, que nunca ha habido un verdadero «liberalismo» (no le han dejado) para hacer un juicio técnicamente serio de si funciona o no; eso me recuerda a lo mismo que desde las sociedades comunistas se decía de esa forma de orden social. Sé de lo que hablo en este caso porque lo he vivido. Cuando se ha defendido el modelo comunista, se decía exactamente lo mismo: «el capitalismo, y las fuerzas de derecha, nunca han dejado que el comunismo genuino despliegue su verdadera potencialidad». Pufff… y yo digo, ¡¡es lo que hay!! Nunca vamos a poder ensayar un modelo puro, porque siempre habrán ingredientes que lo contaminen, y con eso tenemos que jugar. De modo que el juicio lo tendremos que hacer siempre con «material» contaminado, y no hay otra. Y a la hora de elegir y opinar, tendremos que valorar lo que es, y no lo que nos gustaría que fuera.
En un sistema realmente liberal, o libertario (me gusta más «libertario», pero llamado así, puede ser algo distinto), los bancos no serían los bancos que conocemos hoy. Suena a quimera, pero todo sería muy diferente. Porque en un sistema libertario, basado plenamente en la responsabilidad individual, las estructura de gobernanza tendrían muy poco que ver con las opacidad accionarial y los intereses conspirativos que operan en el negocio bancario. No sé incluso si seguir llamándolos «bancos».
Porque si lo que queremos es que un banco con pérdidas se vaya a la puta calle, entonces Luis, tendríamos que cambiar el sistema en su totalidad, porque los bancos de hoy están en el mismísimo meollo de la gobernanza del sistema. No es demagogia, es la pur(t)a realidad. Y si no, mira a ver con quiénes se reunió primero el Presidente electo apenas asumió su cargo de Celtiberia.
No entiendo por qué dices que la «redistribución de ingresos» significa que «unos generan y otros reciben». No lo veo así. El que recibe también genera, pero a la medida de sus posibilidades. Y el rico que aporta pasta para redistribuir está recibiendo también una contra-prestación muy significativa en términos de infraestructuras comunes, seguridad pública, paz social, y un largo etcétera, porque todo eso cuesta dinero. Si es que al final lo que nos falta es una mirada más sistémica/holista de lo que significa dar y recibir.
El que «recibe» también «da», aunque en término netos parezca que solo recibe. Esa mirada más social que financiera nos falta, porque el individualismo/egoísmo no nos deja ver que vivimos en una sociedad de la interdependencia.
Y si los ricos no quieren contribuir de forma voluntaria a la redistribución, porque están (equivocadamente) convencidos que pueden auto-gestionarse sus necesidades sin contar con los demás, entonces habrá que hacerlo por ley, diseñando políticas de redistribución que sean justas y de carácter vinculante.
Absolutamente de acuerdo con el énfasis que pones en la importancia de la escuela pública, porque me parece una pieza imprescindible en el engranaje de generar un entorno de «igualdad de oportunidades» (que no de «igualitarismo, y no me cansaré de distinguir entre ambos conceptos).
Luis, el «individualismo» contiene (por definición) dosis de egoísmo, y será bueno o malo según cuánto de esto último haya. Creo que no soy sospechoso de «colectivista uniformizador», sin embargo, pienso que si bien el individualismo sano reconoce sus límites en los demás, descuida una dimensión esencial en la vida en sociedad, y vuelvo a repetir la dichosa palabra: nuestra profunda interdependencia. No basta con ser «tolerantes» con los demás, no basta con refrenar nuestro ego para evitar molestar al vecino; sino que hay que compartir más cosas de las que el individualista está dispuesto. Más que «tolerantes», tenemos que ser «integradores» (que no es lo mismo que «colectivistas»). Lo que yo digo es que el individualismo corre el riesgo de mirarse demasiado a sí mismo, y no darse cuenta que la convivencia en sociedad exige ciertas dosis de sacrificio de ese Yo, para que la ecuación social encaje. Pero ojo, he dicho CIERTOS sacrificios. Hay un espacio de derechos individuales irrenunciable, pero hay «zonas grises» que son de compartir, de socializar, sino… nos vamos al carajo. Y no estoy tan seguro que tanta insistencia en el «individualismo» venga acompañada de la necesaria responsabilidad y conciencia social para que sepa medir bien los límites entre el «yo» y el «nosotros».
Me gustaría ser tan optimista como tú. Pero es que yo veo tantos comportamientos «individualistas», incluso en las redes sociales, que me hacen sospechar que la «realización plena» de estas personas tiene muy poco que ver con participar e implicarse en la mejora de ese espacio compartido. Para muchas personas ser «individualista» significa que «los dejen en paz». Y por ese camino, la política (es decir, el ejercicio de gestionar el poder) quedará siempre en manos de los manipuladores y mediocres.
Es posible que al final estemos hablando de lo mismo. Probablemente no hay discrepancia.
Tomo prolija nota en acta oficial, a los 14 días del mes de Marzo de 2012, que te has comprometido a pagar la primera ronda de cervezas, y yo a pedir la mas cara (porque soy así de individualista…jjjj)
Abrazotes, colega 🙂
Josean Rodriguez
Gracias Amalio por tu brillante reflexión!
Mi pregunta es: ¿Q nos pasa para no ser capaces de encontrar el equilibrio entre unas formas de hacer y otras? ¿Porque no cede nadie y se admite la hibridación? ¿Q pasa con la empatía?
¿Porq estamos mas cómodos en la «trinchera»?
¿Porque, porque,porque….?….porque no tenemos líderes creíbles, transformadores q empujen hacia el necesario cambio de modelo social y económico…de riqueza mas distribuida, pero q reconozca también el esfuerzo y el talento…y que se premie como merece! Q razón tienes en tu ultimo párrafo!
naa, me voy ya…un breve desahogo de domingo…inducido por el estado emocional q me provocan mis admirados Waterboys 🙂
Enorme abrazo amigo
Amalio
Querido Josean: Gracias a ti por pasarte. Siempre eres bienvenido.
Es difícil «ceder», y hay tanto «atrincheramiento» porque quedan todavía muchas heridas sin curar. Este país tiene una historia que no podemos olvidar, y que pende sobre la cultura colectiva de un modo significativo. Por otra parte, la chulería de las clases dominantes llega a niveles tan vergonzantes, que es imposible que no provoquen visceralidad en la respuesta. La parodia/sátira de los mercados es tan escandalosa, que cuesta mucho no estallar a gritos, aún sabiendo que a menudo eso no conduce a nada (o sí… eso está por ver).
Un abrazo!!
Juana
«mayor sentido de la responsabilidad individual»
Totalmente de acuerdo, pero ¿eso como se fomenta? ….
Amalio
Juana, el «sentido de responsabilidad individual» se fomenta, desde mi modesto punto de vista, hablando también de deberes (y no solo de derechos), y haciendo todo lo posible para que la gente valiente, con criterio propio, y que se implica… sea recompensada socialmente (en lugar de castigada, como suele ocurrir). Es el mensaje que esta sociedad tiene que transmitir. Lo que pasa es que la clase política y empresarial no está interesada en que eso ocurra, porque entonces nos cuestionaríamos radicalmente el modelo de liderazgo institucional que ellos representan. Pero no vamos a echarle la culpa de todo a ellos, porque está claro que sin buenos ciudadanos, sin ciudadanos responsables y proactivos, no vamos a tener buenos políticos. Hay una correlación directa entre lo uno y lo otro. Ellos son nuestro espejo, tanto para lo bueno como para lo malo; aunque ahora mismo haya un desface considerable por obra y gracia del sistema obsoleto que tenemos para regular el poder.
Pero concretando aún más en tu pregunta. Yo creo en las micro-intervenciones, en que cada uno de nosotros haga lo posible por cambiar su entorno más inmediato. Lo macro se me escapa, así que hay que actuar a escala local pero con más espíritu transformador. Y como ya dije antes, todo empieza por transformar la educación
Nadir Chacín
Se me ha antojao el libro. El sistema que existe en América Latina, Amalio, es un sistema totalmente paternalista y populista. No creo que la pobreza aquí está relacionada directamente con que existan o no prestaciones sociales. Es un fenómeno multifactorial.
Tenemos el sistema paternalista pero no tenemos la seguridad que se supone eso debería darnos. Digamos que el Estado ha sido un mal padre. 😛 No sé qué es peor a estas alturas… ambos sistema el que tiene España y el que tienen la mayoría de los países que dices que Marc toma como modelo no han servido. Quizá un modelo a tres bandas: sociedad civil organizada, empresas (sector privado) y Estado (sector público)…
(Suspiro.)
La verdad creo que también tiene que ver con que un porcentaje alto de personas en el mundo ni siquiera tienen la capacidad de razonar. Y eso no tiene que ver sólo con si tuvieron suficiente alimento o no en su niñez… es algo más profundo y preocupante. Mira España como tú dices… allá la gente no muere de hambre… pero…
Ya de México podría hacerte una película dramática… pero hoy es sábado…
pensemos juntos todos en la esperanza
y la salida
N.
Amalio
Nadir: Un placer verte por aquí. Siempre me alegra que hagas el viaje desde México a nuestra terraza malagueña con vistas al mar.
Conozco bien el sistema de América Latina. He vivido por estas tierras unos 30 años. De acuerdo que es un «fenómeno multifactorial», pero también ambivalente, porque se mezcla ese paternalismo-populista que tú comentas, con un sistema de prestaciones sociales repleto de incoherencias. La pobreza de América Latina tiene raíces hondas, y no es posible hacer un diagnóstico sin hacer un poco de historia. Pero allí se han cometido los mismos errores que ahora nos recetan a nosotros: «copia al vecino». Estoy convencido que el camino más eficaz para salir del lío que estamos metidos es una «sociedad civil organizada», que ponga límites al Estado, y también al sector privado. Pero eso es tan fácil de contar, como difícil de implementar. Y una de las razones está en lo que tú dices, que yo traduciría como «espíritu borrego» => un déficit crónico de pensamiento crítico, y criterio propio, a la hora de elegir entre opciones. No es solo un tema de alimentarse, sino de educación. Ahí está el pollo-del-arroz-con-pollo del desafío que tenemos por delante.
Un abrazo…
Iván
Hola Amalio. Pude leer el libro el año pasado y mis sensaciones fueron buenas, de esas de ser libros que te hacen pensar, reflexionar y valorar cosas. Tengo que decirte la verdad , y es que yo no creo que sea un ataque a lo público, creo que lo es a los chiringuitos que se montan aprovechando lo público. Las comparaciones con otros países coincido contigo que siempre son odiosas, y creo que como bien dices hay que poner ciertas cosas en su justa medida, pues los USA pueden ser referente en emprendedores, pero también lo son en desigualdades sociales o en servicios públicos, en la sanidad para los que no tienen recursos etc. Personalmente el libro lo considero importante pues deja de forma directa muchas pinceladas de la necesidad de cambio para mucha gente :estudiantes, trabajadores, empresarios, instituciones. Un abrazo
Amalio
Gracias, Ivan, por dejarnos tu punto de vista. De acuerdo, coincido contigo que es un libro que ayuda a cuestionarse premisas y a repensarse a sí mismo.
He retomado mis apuntes, mis textos marcados, que han sido muchos (un libro que pase por mis manos, se vuelve intransferible, porque lo lleno de marcas y apuntes), para revisar lo que comentas. Creo que además de criticar a los chiringuitos, como dices, también hay una sobredosis de crítica hacia lo público. No nos engañemos, hay mucha ideología detrás del discurso de Marc Vidal, tanto en sus propuestas como en sus diatribas. Lo de las comparaciones en este país es de juzgado de guardia. Extraen lo mejor de un hipotético modelo/país y lo comparan con lo peor de España, para vendernos atributos fragmentados, que ni nos encajan, ni responden a una visión sistémica y humanista de nuestra realidad, que es la que yo defiendo. A menudo se pone a USA como ejemplo a seguir en muchas cuestiones, en virtudes aisladas (hay que reconocer que son muy pero muy buenos en ciertas cosas), y yo digo que que no quiero ni en pintura que España importe terapias de un sistema que va mal, va mucho más mal de lo que puede parecernos. No es el espejo en el que tenemos que mirarnos. Europa, la Vieja Europa, tiene mucho que aprender, pero también mucho de lo que sentirse orgullosa. Hay que volver a los orígenes, a lo auténtico, a nuestras verdaderas fortalezas, y revalorizarlas. Menos copiar a otros, y más innovación significativa… Un abrazo!!
Isabel
Sí, parece que hemos querido olvidar que «cada derecho implica un deber».
Examinar la realidad a trozos no es un error ingenuo, es pura intencionalidad. El neoliberalismo tiene muy claros sus objetivos, pero no hay justificación para la indolencia. Exigimos libertad al tiempo que nos queremos acoger al paternalismo del Estado. Quizá es una de las cosas buenas que sacaremos de todo esto, volver a coger las riendas sobre nuestras propias vidas y aprender a colaborar.
Un saludo!
Amalio
Así es, Isabel. Es más fácil hablar de derechos que de deberes, sobre todo desde una perspectiva paternalista de lo social y político. Lo de examinar a trozos la realidad puede responder a multitud de causas, algunas deliberadas pero otras de forma inconsciente o por vicios de formación. No subestimaría el factor-ignorancia. Conozco a mucha gente buena, que quiere lo mejor para esta sociedad, y que abraza postulados neoliberales porque dispone de información incompleta, o porque el discurso mediático dominante es más eficaz de lo que debería. Un saludo!!
Isabel
En eso tienes razón, me refiero a lo del factor-ignorancia. Habrá que encontrar la forma de corregirlo ¿verdad?
luis.tic616
Si es que al final vamos a parar a lo de siempre: formación.
¿Cuántas de todas estas estafas (hipotecas con cláusulas anómalas, preferentes, …) que estamos viendo no se hubieran evitado con una mínima formación/cultura financiera? Por poner un ejemplo, seguro que pensando 5 minutos sacamos un montón más de ejemplos