¿Qué te parece si hablamos de emprendedores… políticos? (post-305)

Aviso a navegantes: por primera vez voy a leer una ponencia, aunque todavía no sé si seré capaz porque me cuesta una barbaridad leer en público. Soy consciente que me muevo por territorio minado, y como tengo que decir tantas cosas y decirlas bien, no quiero improvisar; así que aquí os dejo el texto de la charla que daré hoy dí este miércoles-23 en Portugalete, en el marco de #Lohacemos2012, un encuentro de emprendedores sociales que organiza Edex:
Hace un tiempo escribí un post con el título “¿Sólo trabajando levantaremos España?” en el que me cuestionaba dualidades simplistas como éstas:
- “Para levantar a este país lo que hay que hacer es trabajar…”, o sea, la crisis se debe únicamente a que somos unos holgazanes y a que tenemos demasiados derechos… y nada que ver con el diseño de la gobernanza, ni con las arbitrariedades de la banca, ni con la corrupción institucionalizada, ni con la falta de control sobre la política por los ciudadanos.
- “Los que se quejan a través de movimientos sociales son unos vagos y así no contribuyen en nada”, es decir, o trabajas como un bellaco y calladito como un buen patriota; o eres un parásito anti-sistema.
A partir de esas premisas críticas, me preguntaba: ¿Y si resulta que la auténtica solución, esa que va a “levantar a España”, pasa TAMBIEN por implicarse social y políticamente en la deconstrucción de un modelo que está enfermo? ¿Ser “emprendedor” no será también eso, o es que el Sistema prefiere tenernos distraídos jugando a los canvas y los lienzos, para que no discutamos nunca sobre las patologías de fondo?
Pues de eso voy a hablar hoy. Quiero retomar ese hilo argumental en el marco de este encuentro porque creo que es un buen sitio para darle otra vuelta de tuerca.
Y empezaré diciendo esto: Si hacemos emprendimiento social en periodismo es porque el periodismo oficial no es suficiente, y tiene graves carencias. Si hacemos financiación colectiva es porque la financiación bancaria no se alinea con nuestras necesidades. Si creamos plataformas de colaboración ciudadana es porque los espacios institucionalizados no están respondiendo a nuestras expectativas de participación. Si hablamos de emprendimiento en educación es porque existen sospechas más que fundadas de que no anda bien.
En fin, si observamos estos cuatro casos (periodismo, financiación, participación democrática y educación), uno se da cuenta que lo que falta es una visión auténticamente humanista de nuestros problemas. Y eso se debe a que tenemos un modelo que pretende resolverlo todo a través de los “sistemas de incentivos” que dicta el paradigma del homo-economicus, cuando hay mucha vida que se mueve por otros cánones.
Por eso pienso que la misión última del “emprendedor humanista” en estos tiempos es conseguir que las instituciones trabajen para nosotros, para las personas, y no nosotros para las instituciones, como viene ocurriendo. Y eso se consigue de dos maneras, y las dos son importantes y complementarias:
- Haciendo ver a las instituciones que, tal como funcionan, no las necesitamos. Para eso tenemos que ser capaces de auto-organizarnos mejor, que en eso estamos => Ésta puede ser una buena cura de humildad porque la indiferencia es algo para lo que los egos de las instituciones no están preparados.
- Entrando en las instituciones, llenándolas de activistas sociales y de gente que sí comprende los retos que tenemos por delante, para cambiarlas desde adentro.
Parece un reto ambicioso, pero eso hace que el emprendimiento social se convierta a menudo en emprendimiento político, y de ahí el título de este post. Esa mutación se produce porque entramos en un territorio en el que no nos queda otra que cuestionarnos las lógicas de poder y sus perversiones sistémicas.
Pero vamos a ser inclusivos. En estos tiempos de crisis, necesitamos más que nunca “emprendedores económicos” para generar empleo y crear riqueza. Nos hacen falta también “emprendedores sociales” para mejorar el bienestar de las personas y suplir desequilibrios. Pero permitidme añadir una tercera pata, la de los “emprendedores políticos”. Y sospecho que si tenemos buenos de éstos, vamos a tenerlos de los otros, porque la política bien hecha puede tener un impacto formidable.
Pero, a ver… ¿qué es eso de los “emprendedores políticos”? Intentaré definirlos:
Tienen los mismos rasgos de un emprendedor cualquiera, o sea:
- Asumen riesgos por encima de la media,
- Son innovadores en la búsqueda de soluciones, piensan fuera-de-la-caja de la Partidocracia y de los límites artificiosos de instituciones obsoletas,
- Son perseverantes, o sea, “moscas cojoneras” con loables intenciones, que sería lo contrario de la euforia vaporosa de una manifestación de fin de semana.
Pero los “emprendedores políticos” canalizan esas tres cualidades hacia dos fines concretos:
- un cuestionamiento de las estructuras de poder que son nocivas para el ejercicio de la democracia real, y
- una búsqueda optimista de soluciones alternativas que vayan al fondo de la cuestión, que permitan hacer realidad el principio de justicia social.
No hablo de “emprendedores partidocráticos”, sino del ejercicio sano y legítimo de participar proactivamente en política, en esa que nos afecta a todos, y que es algo bien distinto que constreñirlo a la militancia dócil dentro de un Partido o a aparecer como candidato en una papeleta electoral.
Me decía un amigo, en plan irónico, que España debe ser el país “más ordenado” del mundo, porque aquí “se archiva” todo: Bankia, los excesos de la Monarquía, el Caso Dívar del Presidente del Tribunal Supremo, los fraudes en los déficits públicos, y un largo etcétera. Pero #yoconfieso que estoy harto de que lo ilegitimo acabe siendo “legal”. Cuando eso ocurre es porque algo apesta, porque hay que cambiar las leyes y legislar mejor. Y todo eso es un problema político.
Empiezan a ser insultantes los privilegios de la clase política, de los altos directivos de empresas (semi)públicas y también, de la ex-clase política y de los ex-responsables de empresas financiadas con dinero de todos. Lo mismo podríamos decir sobre las ayudas a los Bancos, que más que triplican los recortes en Sanidad y Educación. Mientras tanto, la Casa Real disminuye su presupuesto en un ridículo 2%, y queda exenta de la menguada Ley de Transparencia.
Y lo peor es que esas medidas nos las presentan como algo que entra dentro de la normalidad política, porque es parte de esa “legalidad ilegítima” que pretenden que aceptemos. Bueno, ¿y por qué cuento todo esto? pues porque tiene una lectura, y una respuesta, desde el mundo del emprendimiento social.
Por ejemplo, si el sistema sanitario funciona mal por los recortes, ¿creéis que la solución está en que las ONGs asuman labor asistenciaria para compensar los déficits del servicio público? Si la educación funciona peor por los recortes, ¿nuestro papel debería consistir en “poner parches” para atenuar el impacto negativo de esas carencias?
Yo creo que sí, y que no. Tenemos que trabajar a escala-micro, transformando nuestro entorno más inmediato, incluso con acciones paliativas si hacen falta porque en definitiva se trata de colectivos de personas concretas que necesitan ayuda; pero al mismo tiempo, vamos a tener que hacer activismo a escala-macro, para contribuir a la solución de las anomalías de raíz. Las dos rutas en paralelo: trabajar en lo micro y en lo macro al mismo tiempo.
Si no es así, corremos el riesgo de que nos utilicen. Por ejemplo. Si los inmigrantes irregulares no son aceptados por el sistema público de sanidad, y pasan a ser derivados a ONGs, como una ministra del actual gobierno ha sugerido; estaremos atenuando los problemas de un grupo de personas, y eso está bien, pero contribuyendo a la vez a “normalizar” una situación inmoral. Y OJO, puede ocurrir que, incluso, nos sintamos realizados haciendo eso, es humano, porque dote de sentido a nuestras vidas, lo que al final va a generar un efecto de reforzamiento de una situación perversa.
Y lo digo con humildad, sin ánimo de dar lecciones. Sé que son dilemas complejos, que remueven lo más íntimo de cada persona, y por tanto la respuesta la tiene que dar cada uno según su conciencia, y en pleno derecho de elegir con libertad. Sólo pongo el asunto sobre la mesa, para que reflexionemos.
Sé que hay una corriente dentro del emprendimiento social que no quiere hablar de política, y que se esmera en separar la innovación social de la política. Yo la respeto. Me parece una visión resultona, de cara amable y menos arriesgada, pero poco ambiciosa, incluso naive. Y no digo más.
Al mismo tiempo observo una tendencia cada vez más fuerte a “institucionalizar” el trabajo de los emprendedores sociales, dentro de contenedores demasiado formales y profesionalizados, lo que me genera dudas en el sentido de que puede significar una pérdida de frescura e independencia. Por ese camino corremos el riesgo de que el Sistema termine absorbiendo y descafeinando el potencial transformador de este movimiento.
La labor de vigilancia y de contrapeso a los abusos del poder resulta clave para que la democracia sea real, y eso lo tiene que asumir la Sociedad Civil para asegurarse de estar bien representada. Un proyecto que me encanta en esa línea es “Tu derecho a saber”, de GOTEO, que es un ejemplo claro de “emprendimiento social” que entra sin complejos en el territorio de “lo político”.
En fin, yo lo que digo es que si estamos luchando por la igualdad de género, por que los pacientes sean los verdaderos protagonistas del sistema de salud, por que la medicina llegue a las zonas rurales de los países en desarrollo, o por un Internet seguro para la infancia (todos éstos son ejemplos de Ashoka); que no nos olvidemos de los condicionantes más profundos, las barreras esenciales que impiden o ralentizan esos objetivos.
Y si queremos hablar del “poder transformador” de los emprendedores sociales, tendremos que llamar a las cosas por su nombre, y reconocer que esa consigna de “Vamos a cambiar el mundo”, que a veces parece agotada en sí misma, tendrá sentido en la medida que agarremos por los cuernos al toro de las perversiones sistémicas con las que tenemos que bregar un día sí, y otro también.
Por otra parte, la financiación pública a los emprendedores sociales tiene sentido cuando algunas actividades o desafíos se pueden acometer mejor por la sociedad civil, que por el sistema público. Hay muchos desafíos que cumplen ese requisito. Pero habría que ver qué actividades son esas, y regular cómo se eligen los proyectos y se financia al sector para que no se produzcan dependencias, ni favoritismos.
En un momento de escasez de recursos, en plena crisis, cuando la financiación pública se encoge, aumenta el riesgo de que veamos actitudes y dinámicas competitivas entre organizaciones de emprendimiento social. Me temo que eso ya está pasando, pero competencia y activismo social son un oxímoron. El gen de la colaboración debería estar grabado en el ADN del emprendedor social y primar sobre todos los demás.
Yo creo que la fuente de financiación más natural del emprendedor social es la sociedad civil, y el Crowdfunding puede ser la solución porque es financiación P2P, de persona a persona, que garantiza independencia, y ayuda a que los proyectos no pierdan su contacto con la realidad.
El ciberactivismo juega también un papel crucial en estos tiempos. Pero las redes virtuales sin patearse la calle es quedarse en la nube, nunca mejor dicho. Hay que bajar a tierra, y mirar a los ojos de la gente. Tenemos que ser inclusivos, porque me consta que gente que todavía no se mueve en el mundo digital puede ser muy buena activista en el analógico. Asimismo, la calle sin el refuerzo de las redes virtuales es un lujo que no podemos permitirnos. Así que los emprendedores sociales deben saber usar el poder de las redes en conjunción con el poder de la calle. El movimiento #15m es un buen ejemplo de que son dos canales que se refuerzan, con enormes sinergias, y que tenemos que aprender a mezclarlos en un coctel equilibrado.
La creación de espacios físicos para trabajar juntos ayuda, y mucho. No es imprescindible, que conste, pero facilita las cosas. Ahora bien, si nos ponemos a construir espacios de co-working o hubs de innovación social, tenemos que hacerlo bien. No son oficinas lo que buscamos, sino espacios-con-alma, lugares entrañables, con significado y energizantes; así que cuidado con convertir a las infraestructuras en un fin en sí mismas, o caer en el síndrome de la arquitectura del espectáculo, que no pega en absoluto con el espíritu del activismo social.
Por terminar, creo que si somos “social dreamers”, como quienes nos convocan hoy en Portugalete, no podemos pasarnos toda la vida “tapando huecos”. Tenemos que cuestionarnos qué es lo que produce esos huecos, quiénes son los responsables, y ese diagnóstico tendría que tener algún reflejo en nuestra agenda como activistas de la innovación social.
Invito a que hagamos algo para cambiar las causas de fondo… y por eso quiero reivindicar la figura del emprendedor político, o si lo prefieres, la del emprendedor con conciencia política.
Jose Brillante
Amalio me ha gustado mucho el post.Estoy muy de acuerdo en que los problemas del XXI no se soluciona con estrategias del XIX ,que los partidos estan trasnochados y son terriblemmente endogamicos y corruptos ,sin discusión,pero creo que la clave de todo movimiento alternativo es conectar el conocimiento desde una nueva vertiente.Las redes unen intercambian información,utilizemoslas de forma bidireccional y asignemos unos honorarios a investigadores cientificos y sociales contra resultados para que la sociedad civil tome conciencia de que no todo es gratis.Si conseguimos superar “la barrera del sonido” del trueque con ideas innovadoras que sirvan para “aproximar” en la red a generadores de valor y ciudadanos; la gente empezara a organizarse,pero evindentemente no podemos esperar que eso se haga sin contraprestacion en un mundo en el que te cobrar por respirar.Un abrazo Amalio.
Amalio
Gracias, Jose.
Bueno, lo de cobrar para organizarnos no lo veo. Tenemos tantos problemas y razones para indignarnos que muchos, muchísimos, estamos dispuestos a dedicar tiempo a la auto-organización solo a cambio de que sirva para mejorar la sociedad en que vivimos. La “contraprestación” es esa, mejorar nuestra capacidad de influencia…
Ricardo_AMASTE
Pues ya me pasarás un kit de formas jurídicas flexibles y combinables pa ver si tomamos nota 😉
Amalio
jj… si todo fuera por un “kit”…. pero ya hablaremos 🙂
Juanjo Brizuela
Bravo Amalio, una vez más… absolutamente identificado con lo que expones
Amalio
Gracias, Juanjo. Tú tan generoso como siempre. Me alegro que estemos identificados con ideas parecidas. Un abrazo
Fernando de la Riva
Me quito el sombrero, Amalio.
Una excelente reflexión. La haremos circular. Gracias.
Amalio
Gracias, Fernando. Me alegra verte por aquí. En Portugalete me hablaron muy bien de ti, y tengo ganas de conocerte. Sé que estas por Cádiz, así que no estás tan lejos 🙂
Me he pasado por tu blog, y RT un post que me gustó mucho. Un saludo, maestro 🙂
Isabel
Hay ocasiones en las que leer la ponencia es como blindar el discurso incluso contra uno mismo cuando se tiene claro que hay algo que es necesario transmitir y que no debe quedar en el tintero.Es cierto, cuando lo institucional se apropia de un discurso lo deforma y hay que bajar a la tierra y mirar a los ojos de la gente. Por eso me enamoró el proyecto de Paz Domínguez.
Siempre es un problema político, sobre todo la desidia y la pasividad. Política y partidos políticos son dos cosas diferentes. Queremos olvidarlo y así nos va.
Saludos!
Amalio
Estimada Isabel:
Tienes razón. Lo hice por eso, por “blindar” el discurso porque no confiaba mucho en mi mesura al tratar temas que me sensibilizan tanto. Tampoco quería decir nada que perjudicara a los anfitriones que tan amablemente me habían invitado. Al final parece que me reprimí demasiado, porque alguno me dijo que esperaba algo “mas rompedor” [SIC]. Ya ves, por un día que voy modosito, no cuela 🙂
Por cierto, tenía la charla tan interiorizada que al final leí-pero-no-leí, porque fue un híbrido divertido. La verdad es que me gustó la experiencia, y pienso repetirla. Lo mejor es que ayuda a controlar los tiempos y respetar el que nos dan para intervenir, e incluso dejar tiempo para preguntas.
Llevo mal la desidia y la pasividad. Es una patología social que hay que resolver.
Saludos!!
Ricardo_AMASTE
Aupa Amalio.Gracias por la reflexión.
Me he sentido identificado en tu presentación. En AMASTÉ el espíritu de emprender siempre ha estado ligado con lo político, de un modo cada vez más consciente y articulado. Ser una empresa ha sido una herramienta, una forma de hacer política, de deconstruirla, de transformar desde dentro para hacer de otra manera. Además, siempre hemos entendido nuestro trabajo como una forma de compromiso con lo público, de poner en valor la idea de servicio público, de desarrollar los derechos y deberes de la ciudadanía en el ejercicio co-responsable de la vida pública, de la POLÍTICA. Trabajamos en exigir lo que es nuestro, no permitir que se devalúe (más), ni que se externalice y liberalice. Que lo público sea cada vez más público, entendido como común. Un escenario donde como dices ‘las instituciones trabajen para (junto-con) nosotras, para las personas, y no nosotras para las instituciones’.
Ese es en gran medida nuestro trabajo en el día a día. Y creemos que aportamos valor. Desde eso que denominas emprendizaje político hacemos I+D+i en nuevos modelos organizativos, productivos, relacionales, participativos. Se repiensa la gobernanza, se ponen en cuestión los paradigmas hegemónicos, se echa sal en la herida y se tratan de buscar soluciones creativas. Es un trabajo a veces ingrato (muchos días crees que lo que haces no le importa a nadie), casi siempre a la contra, pero necesario. Pero es un trabajo que realmente (casi) nadie solicita, no hay una demanda, ni un mercado articulado. Es una actividad profesional que no somos capaces de monetizar. No hay modelo de negocio, ni hay plan de viabilidad, ni hay sostenibilidad para la vida. Hay militancia (y que no se pierda), hay sacrificio y heroísmo (una jodienda estre estúpida y narcisista). Hacemos B para poder financiar A, porque A por si misma no es viable ¿no lo es o por nuestro perfil o acceso a oportunidad no sabemos cómo hacerla?. Sea como sea, la actividad laboral se desplaza hacia cuestiones a veces relacionadas (en general más cortoplacistas y/o efectistas), pero que no son el trabajo en si mismo, sino formas de generar capital para dedicarlo a hacer eso que hay que hacer, pero que (casi) nadie contrata, aquello en lo que no se invierte. Te pasas la vida trampeando, haciendo encaje de bolillos. Quizá es lo que toca… Si eliges hacer política sin querer ser polític*; tener una empresa sin querer ser empresari*; ofrecer un servicio público sin ser administración sino empresa y al mismo tiempo estando en contra de la externalización-privatización de servicios;… Supongo que al final cada cual tiene lo que se merece. Así que no se de qué me quejo.
De todas formas, sigo pensando, que realmente no nos pagan por el trabajo que hacemos. Quizá sea un problema de posicionamiento. Somos un quieroynopuedo: nos falta gracia y fina ironía para ser bufones y parece que no damos la talla para asesor*s estratégic*s. O quizá sea cuestión de naming… ¿igual si nos llamamos ’emprendedor*s polític*s’?
Paz.Muchas gracias por los enlaces y me quedo con esta última idea: ‘Volvamos a hilvanar el tejido social que perdimos, esa es la única forma en que estoy dispuesta a perderme alegremente’. Nosotr*s ahora estamos con la idea de no tener que volver a salir del barrio, todo eso lo enlazamos con las Empresas del Procomún De todas formas, yo reconozco que suelo perderme en algunos juegos de ‘política de salón’.
Amalio
Aupa Ricardo, me encanta verte por aquí. Perdona que no haya respondido antes pero estaba super liado con el-pan-nuestro-de-cada-día. Ya suponía que te identificarías con el hilo del post. Te confieso que al escribirlo iba pensando en varias personas, me inspiré en ideas que les le he leído o escuchado a algunos colegas, y tú eras de los que estaba en primera fila dictándome 🙂
Mi compromiso político desde eMOTools ha ido creciendo con el tiempo. No era así al principio. De hecho, a veces me pregunto si ese contenedor creativo que por casualidad se llama “empresa” va a resistir por mucho tiempo la libertad que nos adjudicamos para opinar políticamente como lo hacemos. Eso es muy extraño en nuestro entorno, y la gente nos mira como bichos raros. Da la impresión que los “emprendedores/empresarios” solo deben ocuparse de su cuenta de resultados.
Lo de que las instituciones trabajen para (junto con) nosotros, y no al revés, me parece absolutamente esencial. Que no sea así es una tomadura de pelo, una vergüenza. No se puede aceptar. Y yo seguiré machando humildemente con eso, porque es hora de que nos demos cuenta del cheque en blanco con que se mueven nuestros “representantes”. Me gusta la idea del “emprendizaje político para hacer I+D en nuevos modelos organizativos, productivos, relacionales y participativos”. Genial la síntesis para “repensar la gobernanza”.
De acuerdo con que es a veces un trabajo ingrato. Me consta. Me he sentido muy sólo a menudo. Hay mucha indiferencia hacia estos temas. Es triste reconocerlo. Sé que algunos me ven como un tío “conflictivo”, y lo que no saben (ni se lo digo) es que al final también lo hago por ellos. Por los mismos que nos critican.
Ricardo, nada de esto es monetizable, ni falta nos hace (digo yo, y hago una mueca de rabia). Esto lo vamos a hacer aunque no se pague porque responde a un sentido personal de la vida. Por eso hay que sacarlo del tiempo extra, que cada vez escasea más por la propia crisis. Oye, sostenibilidad hay. Y viabilidad también. Yo me lo creo, sino no lo haría. Y aunque no haya “demanda percibida”, la hay “latente”, y el papel nuestro es contribuir a convertir la segunda en la primera. Ambos sabemos que existe la necesidad, y con eso es suficiente. Seguiremos haciendo B para financiar A, así es, pero eso ha pasado siempre con las ideas y propuestas emergentes. El mismo “ciclo de vida” de los productos funciona con las ideas.
Sabemos que esto es subir río arriba como los salmones. Como eso es así, lo mejor es tener una gestión prudente de expectativas. Eso es esencial para no frustrarse, ni que se acabe la gasolina demasiado pronto. Tenemos que administrar bien las energías para no quemarnos. Eso es crítico en los maratones. Y esto, como sabes, no es un sprint.
Jjjjj…. Si nos ponemos “emprendedores políticos” en la tarjeta, ya no nos contrata ni dios. De hecho tengo claro que haber escrito este post “recorta” (ya que está de moda el palabro) mi potencial de clientes. Pero a esta altura de la vida me importan más otras cosas.
Vinculado con lo de que dice Paz, yo pienso que hay que estar en todos los sitios. No descartaría ninguno. Las “moscas cojoneras” son así. En todos los sitios, tanto en “el barrio” como donde se hace la “política de salón”, se puede hacer buen emprendimiento político. Un abrazo!!!
Ricardo_AMASTE
Aupa Amalio.
A mi me gusta pensar que ese contenedor creativo que por casualidad se llama “empresa”, no sólo es que vaya a resistir la libertad va a resistir por mucho tiempo la libertad de opinar-actuar políticamente, sino que su desarrollo y su sentido, depende enteramente de ello. Yo “noto” que el valor que aporta AMASTÉ se multiplica exponencialmente , no siendo “conflictiv*s”, sino abordando los conflictos de modo constructivo, sin obediencia-sometimiento a quien paga, desde el compromiso, sin pasar por las cosas de puntillas, sin anteponer la cuenta de resultados a otras cosas que tienen más que ver con nuestra misión y visión. Y en la misma línea, creo que haber escrito este post NO recorta tu potencial de clientes, sino que te posiciona en el mercado, en un mercado más acorde a tus intereses, deseos y capacidades (como poco, pierdes lastre;).
Y creo que este tipo de TRABAJO es el que configura el corpus de nuestra actividad profesional y por ello es y debe ser monetizable, porque quiero hacer A y no B. Ese es mi trabajo, más allá y/o además de mis militancias (algunas ¿demasiadas? Actividades laborales y militantes se solapan). Porque cuando por ejemplo hemos trabajado definiendo el Centro de Innovación Social EUTOKIA, haciendo el proyecto de Capital Cultural Europea de Donosti para 2016 o estamos desarrollando ColaBoraBora, nos hemos peleado metro a metro desde el compromiso político, desde querer que las cosas tengan sentido, desde tratar de afrontar las contradicciones, desde tratar de entender al otro… Y esto es complementario a cuando pensamos en transformarnos de una S.L. a una COOP. de Iniciaitva Social; hacemos una pregunta en la Asamblea de Innobasque sobre el modelo organizativo y la participación de las socias; o tratamos de incidir sobre las políticas públicas de innovación en Euskadi.
Y luego está la parte de lo público y de la Administración Pública, y de quién al servicio de quién. Esto enlaza con lo que el otro día me preguntabas sobre Goteo. Me gustaría pensar en modelos mixtos y co-responsables que FORTALEZCAN LO COMÚN Y LO PÚBLICO, no que contribuyan a debilitarlo o desmantelarlo (claro que en el experimento corremos ese riesgo de pérdida, pero aunque no experimentásemos, el riesgo ya está ahí). Por eso no me gustaría pensar en el crowdfunding como el espacio de financiación autónomo desde la sociedad civil, al margen de las instituciones y las empresas, sino todo lo contrario, como un espacio de confluencia, que sirva para que lo público y lo privado tengan que actuar con mayor responsabilidad, de manera colegiada con la ciudadanía. Pero este es un tema que creo da para más. Lo podemos desarrollar más en profundidad en cualquier momento. Por ejemplo, es un tema clave en todo lo que tiene con la financiación de los principales bienes-servicios sociales como la cultura, la educación y la salud.
Amalio
Seguimos el ping-pong, Richi. Cuando te planteaba mi duda sobre el contenedor-“empresa”, era porque introduce unos tempos y unos rigores de facturación que no se llevan bien con la libertad de expresión, y menos aún con la intención política que va contra corriente del mainstream.
Por suerte somos pequeños, y podemos sobrevivir gracias a la especialización y a que todavía existen oportunidades-de-nicho de gente que está dispuesta a arriesgar. No es nada fácil moverse por entornos de negocio (dado que somos “empresas”) con una intención política transparente.
Sí que estoy de acuerdo en que resulta fundamental que seamos constructivos, abiertos y empáticos. Hay que huir de los maximalismos, que lo que hacen es aislarnos. No se puede pretender entrar en las organizaciones como elefantes-en-chatarrería. El entorno es el que es, la gente está muy sensible, y hay que jugar inteligentemente con eso. Una cosa es ser coherentes, y otra fanáticos. Cuando digo que tenemos que destapar los problemas de fondo, sé al mismo tiempo que es algo que no se puede resolver de golpe. Se necesita paciencia, y potenciar la capacidad de escucha y de observación.
Opino que la única manera de hacer A de forma autosostenible (o sea, sin pasar por la penitencia del B) es que los usuarios/beneficiarios lo financien de su propio bolsillo. El Crowdfunding me encanta como opción para eso. El reto está en conseguir que la financiación colectiva cale en los ciudadanos, y que seamos capaces de dotar de contenidos valiosos a los proyectos de transformación, de tal manera que los potenciales beneficiarios estén encantados de apoyar económicamente la labor de estos “emprendedores con conciencia política”. Otra vía es a través de impuestos, es decir, que lo financien instituciones públicas. Pero ya sabemos que este tipo de intermediarios tienen vida propia, y que a veces responden a intereses de otro tipo, así que ahí tenemos un problema.
En cualquier caso, si hablamos de sostenibilidad económica del emprendimiento social/político, rescato las dos vías que comenté en el post: 1º) autogestión y trabajo directo con los ciudadanos/usuarios de la acción de transformación (Crowdfunding-1= Sociedad Civil), 2º) entrar en las instituciones y cambiarlas (financiación pública vía impuestos + crowdfunding-2=Instituciones).
A esto podemos añadir las oportunidades que se abren de impulsar el tejido de las “empresas sociales” (Crowdfunding-3=Empresas), con todas sus contradicciones, pero que significan una mejora respecto de lo que hay.
Lo que comentas del espacio de confluencia en Goteo con la aportación de fondos de empresas e instituciones (Crowdfunding-2y3) es sumamente interesante. Puede que tengas razón. La idea es buena, y ya sabes que me van los “híbridos”. Hay que intentarlo. Es un tema más complejo, que hay que darle más vueltas, pero que se empiece a probar me parece genial. La mejor noticia sería que eso funcione sin castigar la independencia de la iniciativa.
Ricardo_AMASTE
Es cierto que el modelo-formato empresa es insuficiente, del mismo modo que la asociación o la fundación… Nos falta I+D en formas jurídicas para organizarnos y flexibilidad para transformarnos de unas a otras… No te puedes hacer una idea de lo que nos está costando convertirnos en Cooperativa de Iniciativa social, sin que eso nos suponga tener que ‘perder’ o ‘pagar’ un montón de dinero.
Sobre ser pequeños no es una ‘suerte’ o algo accidental. Para mi es resultado de la reflexión práctica y política y de una apuesta por ‘crecer’ como redes distribuidas, como federaciones temporales. Que te voy a contar a ti de todo esto. Lo que si creo es que tenemos que reivindicarlo como posibilidad, como uno de los modelos a futuro. Pongo un link a la carta que el año pasado se mandó a la SPRI sobre este tema: http://www.kulturklik.euskadi.net/lang/es/kultura-eta-igb-tamainak-ez-du-inporta-cultura-e-idi-el-tamano-no-importa/
Y si, para pode vivir de hacer A hay que echarle mucha imaginación, culebrear y ser muy muy cabezón. Además hace falta encontrar ejemplos, buenos ejemplos que hagan aterrizar las ideas.
Amalio
Ricardo:
Lo de los contenedores jurídicos no va a cambiar con más I+D. Ya existen otras opciones por ahí más flexibles que se pueden copiar, así que no hay que investigar mucho.
El problema está en lo lenta y perversa que es la legislación, que está hecha mucho más para el control que para la promoción.
En cuanto al tamaño, y las ventajas de ser pequeños (por elección, y no por necesidad, ni por suerte), me encanta esta cita del libro Rework: “Small is not just a stepping-stone. Small is a great destination in itself” (Fried/Heinemeier).
Un abrazo
Paz Domínguez Ara
Querido Amalio,
Tod*s los que nos dedicamos a la emprendimiento social (este palabrejo cada día me da más arcadas, así que esta es la última vez que lo uso), tenemos un nudo en el estómago. Por lo que vemos, por lo que intuímos que vendrá, por lo qué hemos hecho mal, por lo que hemos hecho bien, por los recuerdos, por los olvidos…
Aunque estoy, en teoría, totalmente de acuerdo en que debemos trabajar a escala micro y macro, en la práctica el peligro de que te engullan, de que te “reconviertan”, incluso a las moscas cojoneras como nosotr*s, es tan, tan alto, que yo decidí trabajar solo en lo micro. Y siempre con el ojo a avizor, detectando profesionales del humo, de las catedrales, banderitas y medallas.
Se nos viene encima un capitalismo feroz en estado puro, que ha estado hasta ahora agazapado, y es ahí dónde nos la vamos a jugar. El mundo que teníamos y queríamos nos lo han robado y tendremos que crear uno donde nos sintamos alegres por lo que hacemos. Y no hace falta volverse loco buscando nuevas formas, las tenemos ahí, asociaciones vecinales, cooperativas de consumo, de pedagogía popular, creando grietas, pequeños nodos donde codiseñemos nuestras formas de relación, de producción…
Asier Gallastegi publico no hace mucho un excelente post, “Redes, intervención social y “malos tiempos para la lírica” dónde habla desde el alma de todo este tinglado.
http://korapilatzen.com/2012/04/11/redes-intervencion-social-y-malos-tiempos-para-la-lirica/
Otro artículo que leí y que me emocionó “Re-disueñando las Organizaciones Solidarias” de Fernando de la Riva
http://participasion.wordpress.com/2012/04/09/re-disuenando-las-organizaciones-solidarias/
Y esta entrevista de mi gran amigo economista-panadero, Josep Manel Busqueta del Seminari de Economia Crítica Taifa, que no tiene desperdicio.
http://seminaritaifa.org/2012/05/19/entrevista-a-josep-manel-busqueta-nos-educan-para-aceptar-que-el-esclavo-quiere-ser-esclavo/
Volvamos a hilvanar el tejido social que perdimos, esa es la única forma en que estoy dispuesta a perderme alegremente.
Ya me callo 🙂
Un abrazo
Paz
Amalio
Querida Pau:
Ahórrate “las arcadas”, colega, porque no hay “enemigos” por ahí. Creo que es un territorio ambiguo, extraño, complejo… pero no aborrecible como otros que tú y yo conocemos. Me reservo las arcadas para el mundo financiero-corporativo y sus acólitos.
Centrarse solo en “lo micro” me preocupa, y dudo que sea tu caso. Yo te veo centrada en tu entorno rural, tratando de mejorarlo, pero al mismo tiempo con el ojo puesto en el contexto, movilizando redes también en esa dirección y participando a tu manera. Además, sabes situar “lo micro” dentro de sus condicionantes y tomar las medidas para que tu proyecto vaya más allá de un cambio superficial. Eso, desde mi punto de vista, es adoptar esa doble mirada que propongo.
Atender también “lo macro” ayuda precisamente a que no nos “engullan”, ni nos utilicen. Ya lo comentaba en el post. Una “mosca cojonera” lleva bifocales en el ADN, porque ha de estar alerta, y sabe que su entorno inmediato está condicionado por lo que ocurre más lejos.
Ahora bien, comprendo perfectamente lo que quieres decir. Y si tuviera que repartir mi tiempo, te diría que siempre me centraría más en “lo micro”, porque es ahí donde más capacidad de influencia tengo para la transformación. Pongamos un 70/30, un 70% con el foco en proyectos locales y cercanos, y un 30% participando a escala mayor, tejiendo redes, contribuyendo al cambio desde movimientos sociales más ambiciosos. Pero esa es mi elección, y nada más.
Me encantan los pequeños nodos de activismo. Es muy constructivo trabajar a esa escala, pero nunca será suficiente. Si no activamos las meta-redes, o sea, la conexión entre esos nodos, estamos perdidos. Y eso se consigue a escala-macro, y no queda otra que hablar de política. Pero “out-of-the-box”.
Voy a ver ahora los articulos que recomiendas del bueno de Asier, de De la Riva (que por cierto, ha comentado en esta entrada), y de Busqueta. Ya te cuento. Si me gustan, los “meneo”…
Gracias, fontanera digital 🙂
JUAN
Es indudable que la generación de espacios publico privados es el camino; aunque la pregunta sería: ¿que estamos dispuestos a sacrificar?, por poner un ejemplo: el apolítico estaría dispuesto a hablar con un político.
De igual manera un saludo desde Colombia. ¡Que buen articulo!
Amalio
Gracias, Juan, por pasarte por aquí desde tan lejos. Siempre hay cosas que sacrificar, pero también muchas que ganar. Hay que hacer el trade-off. Está claro que necesitamos dialogar con quien haga falta. Los “apolíticos” creen que con su actitud no perjudican a nadie, y lo que ignoran es que se hacen mucho daño a sí mismos no participando en nada. Pero cuando digo esto siento que estoy diciendo una gigantesca obviedad… 🙂
Senovilla
Suerte lo harás muy bien
Un abrazo
Amalio
Muchas gracias, JFS. Al final salió bien, y en realidad “leí” poco, o conseguí disimularlo 🙂