Diez apuntes sobre mi viaje a Cali (post-424)

Como ya comenté en este post, me acabo de pasar diez días en Cali, de donde llegué este viernes. Apenas tengo tiempo, como me gustaría, para hacer un relato más amplio del viaje, porque sin recuperarme todavía del Jet-Lag, ya estoy hoy en un hotel de Tenerife escribiendo estas notas.
Pues nada, ahí van algunos apuntes que me traigo de mi última visita a Colombia:
- Vengo encantado, una vez más, de lo amables que son los colombianos. Antes fue Medellín, esta vez Cali y la gente del Cauca. Incluso en las situaciones más tensas mantienen la calma y no levantan la voz. Es raro verlo enfadados, y saben colocar la palabra justa (y dulce) que te ablanda cuando la cosa se pone fea. Nunca he sido tan bien atendido en los desayunos como lo hacían en el hotel. Por contraste, fue aterrizar en Celtiberia y empezar a sufrir nuestra gloriosa mala leche. En estos viajes te das cuenta de lo amargados que estamos en España, y el poco cariño que aquí se pone en los servicios.
- Conducir en Colombia puede ser un acto de fe, una aventura temeraria, para un europeo que esté acostumbrado a guiarse por las normas. Menos mal que decidí no alquilar un coche, porque ya tuve bastante con ir de pasajero en un viaje nocturno desde Popayán a Cali. Ya le gustaría a Fernando Alonso hacer los adelantamientos-a-la-colombiana que nuestro chofer nos dedicó. Una buseta, de perfil alto, puede ir perfectamente a más de 140 km/hora por estrechas carreteras rurales llenas de curvas y sin arcén, y nadie se despeina. Debo haber sido el único que se agarraba al asiento.
- Algunos colegas se han encargado de que la reputación de los profesionales españoles en Colombia esté en cuarentena. Pululan, más con la crisis, los viajes de oportunistas que van a Sudamérica a vender espejitos, como si nada hubiera cambiado desde la Conquista. Intentan colocar material obsoleto que nadie compra en Europa, y descubren que existe más talento allí del que su intuición arrogante suponía. A mí esto me da vergüenza ajena.
- La sociedad colombiana ha cambiado una barbaridad en los últimos 15 años. En general, para bien. Se nota el impacto positivo de la educación. Todavía hay mucho, muchísimo, que hacer, sobre todo en la mejora de la distribución del ingreso que sigue siendo escandalosamente injusta, pero el país va para arriba, tiene buena pinta, y eso se nota en la creciente autoestima de los colombianos. Me alegro un montón por ellos, porque es gente buena, que ha sufrido mucho.
- La gastronomía local sigue sin convencerme. Ya lo dije en un post anterior sobre mi visita a Medellín y Bogotá. Que nadie se enfade, pero me parece poco variada y que no tratan bien a los alimentos. Les falta la sutileza y la tradición hibridadora de sus vecinos peruanos. De los pescados, ni hablar. Un punto positivo son los jugos, que están estupendos, y también su costumbre de beberlos en las comidas. OJO, no hagáis mucho caso a las críticas culinarias de un español, porque aquí se come demasiado bien, y eso hace que seamos bastante tiquismiquis.
- El Real Madrid y el Barcelona son la p… #MarcaEspaña. Es impresionante la penetración que tienen como un auténtico fenómeno global. Un defensor de causas pérdidas, un sufridor #Bético como yo, ya no sabe cómo explicar que existen más clubes en España aparte de los citados. El merchandising del Madrid y el Barca está presente en todos los sitios. Te puedes encontrar una camiseta merengue en una reserva aborigen de los Guambianos, a 3 mil metros de altura en el Cauca más profundo. Visto lo visto, es fácil de entender por qué personajes oportunistas y oscuros como los Florentino Pérez y Cía. se han metido en el negocio del futbol con tanto ahínco.
- Me ha sorprendido el alto número de universidades que existen en Colombia. Sólo en el departamento del Valle del Cauca hay unas 15. Yo que me quejo de eso en España, a veces me parece que sería mejor agregar los esfuerzos y no dispersar inversiones entre tantos proyectos que pueden terminar siendo redundantes. La competencia entre ellas, que es evidente, añade un sobrecoste al sistema (también es posible, todo hay que decirlo, que le pongan las pilas). Otro problema, aún más grave, es la burocracia universitaria, un mal endémico que han heredado (y retorcido) de sus homólogas españolas. Lo he vivido en primera persona, porque me ha salpicado la rigidez en los trámites y los procedimientos tan jerarquizados que hay que seguir para poder sacar adelante cualquier iniciativa.
- El centro de Cali es un hervidero. Hay que darse una vuelta por ahí si se quiere conocer la ciudad en su naturaleza hiperactiva. Según @Guambiana, que me acompañó en la segunda parte del viaje, sigue igual que hace 15 años, cuando ella vivió allí. Yo disfruto mucho de los mercadillos, en contacto con la gente de a pié, a pesar de los eventuales problemas de seguridad que pueden darse en esos sitios. La experiencia antropológica de haber recorrido el centro, en plan design thinker, me ha dejado muchas historias por contar. Destaco, entre ellas, la generosa morfología de las maniquíes caleñas, todas con mega-pechugas XXL, una estética que no se correspondía (por suerte) con el tipo de mujer que veía en la calle. Eso no es óbice para que se respire sensualidad en todos los sitios, algo que en Latinoamérica es marca de la casa. Me gustó también lo bien que encajan los tenderos que uno decida finalmente no comprarles. Nada que ver con lo visto en mi reciente viaje a Marruecos.
- Muy recomendable el viaje de fin de semana que hice a Silvia y Popayán. El sábado nos adentramos en el departamento del Cauca, subiendo por encima de los 2.600 mts., para visitar una localidad de algo más de 30 mil habitantes a la que llaman “la Suiza de América», por sus imponentes montañas y la gran cantidad de casas construidas al estilo europeo. En Silvia vivió algunos años, por vueltas y misterio de la vida, mi actual pareja y compañera de viaje, así que tuve una guía insuperable (junto a su buena amiga María) para añadir emoción a la experiencia. El domingo subimos a Guambía, la reserva aborigen de Silvia donde vive la etnia de los »Guambianos», que en pleno siglo XXI sigue conservando sus tradiciones como el anaco (vestido típico), su dialecto, y prácticas ancestrales de respeto a la naturaleza. De Popayán me encantó su ambiente universitario y el casco antiguo con su estética colonial perfectamente conservada.
- Las charlas que di en la Universidad Autónoma de Occidente (UAO), que me acogió como Profesor Visitante, fueron bastante concurridas. En una de ellas me tocó dar el palique durante 4 horas en un auditorio con más de 300 asistentes. Las demás, por el estilo en intensidad. Casi todos los días tuvimos talleres o alguna actividad formativa, así que mis anfitriones aprovecharon bien mi viaje para exprimirme cariñosamente. No me quejo, para eso fuimos, y sólo espero que mi estancia haya sido de algún provecho para ellos. Espero volver…
Con las prisas me había olvidado del capítulo de agradecimientos, que ahora añado. Quiero dar las gracias a Nathalie Velez y Armando García Hernandez, que fueron unos estupendos anfitriones durante todo el viaje. Me colmaron de atenciones y gracias a su rápida intervención pudimos resolver algunos inconvenientes de última hora con la logística. También al decano de la facultad de Ingeniería, Don Freddy Naranjo Perez, por el tiempo que me dedicó así como su calidez y cercanía. Asimismo, fue una muy grata sorpresa conocer por fin a Cristian Figueroa del proyecto #TejeRedes, con quien compartí muy buenos ratos en Cali, después de varios intentos fallidos de desvirtualización.
viajar a colombia
Aquí te dejo una guía para viajar a Colombia actualizada. Creemos que puede ser útil para tus lectores 🙂
https://viajaracolombia.com/
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Buen relato de tu visita a Cali 🙂
Nick
Bastante de acuerdo con todo lo que se dice en el post. Conozco Colombia desde hace 10 años y yo también he visto esa evolución positiva.
Un único punto discrepante: Nadie va a 140km/h. Es cierto que conducir es una locura y que su buena educación desaparece al volante. Pero si no hay docenas de miles de muertos al año en la carretera es porque la velocidad media es de 50km./h y la velocidad punta rara vez alcanzará 110.
Esas maniobras y adelantamientos imposibles acaban bien la mayoría de las veces porque la velocidad es baja. Yo si he conducido allí y he cruzado el país varias veces. Cuando después de 12 horas al volante te das cuenta de que apenas has recorrido 500km es cuando de verdad eres consciente de la velocidad a la que has ido.
un saludo
Amalio Rey
Hola, Nick:
Interesante tu aportación. Me alegro que compartas conmigo lo de la evolución positiva. En cuanto a lo que comentas de la velocidad, no sé, no sé…
Tu llevas muchos años conociendo Colombia, asi que tu opinión merece un respeto. Es posible que al final la velocidad media en un trayecto baje mucho porque hay muchos «trancones», y eso reduce el promedio de velocidad, pero yo podría jurar que hubo varios tramos en los que vi a mi colectivo o a mi «kia-buzeta» ir a 140 kms/hora. Lo de la velocidad promedio me queda claro, tienes razon una vez que ves el tiempo que has necesitado para conectar un punto con el otro, pero en cuanto a la «velocidad punta», yo creo que se pasan muy a menudo de esos 110 que tu dices.
Ya sabes que eso es subjetivo. Es solo lo que me parecio a mi.
un saludo 🙂
Amalio Rey
Gracias, Ivan.
Por cierto, me acaban de mandar un estupendo resumen de las actividades y proyectos en los que participamos en Cali. Aparece en este post: http://bit.ly/1whq6hB
Gracias a los autores. Está muy bien escrito 🙂
Iván
Otro nuevo gran #viajaprendizaje Amalio 🙂
Guambiana
Yo también quisiera sumarme, en primer lugar, a tu agradecimiento hacia Nathalie y Armando ya que son los artífices de este sueño cumplido, que era el poder regresar a Colombia. Ellos han hecho posible el reencuentro con amigos y lugares que ya quedaban muy atrás en mi memoria… Gracias, de corazón..
En segundo lugar, decir que he vuelto a sentirme como en casa, rodeada de situaciones y de emociones muy especiales, unas antiguas y otras nuevas, pero todas ellas agradables. Me he dado cuenta de cómo ha evolucionado Cali después de 15 años, de cómo ha mejorado (aunque queda mucho por hacer, como en todos lados) pero, sobretodo, de que el camino emprendido es el correcto. Mi admiración hacia los profesionales colombianos, de todos los sectores, y mis respetos hacia toda esa gente que atiende al público, esté en el hotel Hilton o en la carrera octava, porque no deja de asombrarme la amabilidad, la alegría y la atención que prestan hacia todo aquel que se acerca buscando o necesitando algo….
Por último, y no por ello menos importante, GRACIAS a mi compañero de fatigas y autor de este post, por haberme invitado a acompañarle en este viaje y hacer las gestiones oportunas para que ello fuera posible. A veces las moscas cojoneras también alcanzan sus loables intenciones..:-))). Este ha sido el mejor regalo de cumpleaños que me han hecho jamás.. Y me alegro haberlo compartido contigo!!.
Amalio Rey
Gracias, tesoro. Sé todo lo que has disfrutado esta oportunidad, y eso me alegra mucho. Y para mí ha sido un lujazo que me acompañaras para compartir juntos este viaje tan emotivo…. 🙂
Sr Intelligenius
Amalio he leido el artículo y le agradezco como colombiano radicado en España este artículo tan sincero y honesto que ha escrito porque nos deja muy bien parados y por supuesto con nuestras cosas lo cual por ejemplo la locura de conducir cosa que yo no soy capaz ahora de hacer.
Felicitaciones por su viaje y por hablar bien de nosotros.
Un saludo
Sr Intelligenius
Amalio Rey
Gracias, Sr. Intelligenius….jjjj…. vaya nombrecito, colega 🙂
Me alegra que te hayas sentido bien con el post…
un saludo
Cristian
Amalio. Fue genial compartir y conocernos. 😉
Amalio Rey
Desde luego, Cristian. Mira que venir a conocernos tan lejos, en Cali 🙂
Julen
Qué bien lo pasas… aunque tu Betis no sea ná de ná por allá jajajaja
Amalio Rey
Que malo eres, Julen, hurgando en mi herida de Betico sufridor. Por cierto, tu #Athletic tampoco que esté muy boyante ahora, casi de farolillo rojo… 🙂