Cuatro ideas para esquivar la mediocridad
POST Nº601
“Esquivar la mediocridad” se publicó por Plataforma Editorial el año pasado. Xavier Marcet, su autor, lidera Lead to Change, una consultora en estrategia, innovación y transformación de organizaciones. Es conocido por su columna semanal en La Vanguardia, sus colaboraciones con Sintetia y, por supuesto, su blog, que es donde di con él por primera vez.
En un viaje que hice a Barcelona, unos meses después de la publicación del libro, quedé con Xavier para almorzar juntos, y que me dedicara un ejemplar. Este libro es un collage reeditado de posts y artículos publicados por el autor en distintos medios, que cumple con creces su cometido porque Marcet es un pensador/hacedor potente, con las ideas claras, y una experiencia contrastada que aporta mucha credibilidad a lo que dice. Escribe bien, con un pozo teórico que se agradece, y una capacidad de síntesis poco común en el mundo del management.
Dedicaré más posts a repensar algunas ideas puntuales de Xavier, pero en éste voy a destacar cuatro que son tesis recurrentes en su libro y con las que me identifico plenamente:
1. Celebrar la síntesis
No puedo estar más de acuerdo con Marcet cuando insiste tanto en el valor de la síntesis, que define como “una muestra de respeto a los demás”. Me gusta mucho cómo lo plantea: “la síntesis es a la estrategia lo que la brevedad es a la comunicación”. Así es, porque en entornos de alta complejidad, y tan abrumadores en datos, es vital desarrollar esa capacidad de filtro, de separar el grano de la paja, que es lo que define el pensamiento estratégico de calidad. En mi opinión, una de las aportaciones más inspiradoras de Marcet va en la línea de hacer ver que estrategia es síntesis, y que esa capacidad hay que entrenarla y priorizarla, además de ponerla en valor al detectar talento directivo. Según él, hay que “considerar la síntesis una habilidad profesional prioritaria”. Ya he escrito en este blog sobre la importancia de mejorar la síntesis, que es un tema que a mí me obsesiona.
2. La autenticidad como competencia diferencial
Lo que decimos y hacemos deben encajar. Menos hablar y más dar el ejemplo. Aprecio esa idea de Xavier de que “somos nuestras agendas”, así que éstas (que reflejan objetivamente cómo distribuimos nuestro tiempo entre tareas y objetivos) “hablan de la autenticidad de nuestras convicciones”, porque transmiten nuestra verdadera escala de prioridades. Por ejemplo, si decimos que en nuestra organización se prioriza la innovación, y después las agendas no contemplan actividades orientadas a la exploración y a imaginar el futuro, algo no encaja. También es cierto que la innovación “empieza por uno mismo”, por ser capaces de cambiar nuestros hábitos e inercias, “de aplicarse el cuento”. Pero, claro, la autenticidad será cierta en una organización “cuando cada uno se pregunta por su propia autenticidad antes de ponerse a medir la de los demás”. Me gustaría añadir que la autenticidad se trabaja, no siempre es espontanea. Si lo es, y se trae de la cuna, bienvenida. Pero, con tanta educación fallida, lo normal es que en el ámbito laboral se tienda al paripé, al “management de cartón piedra”. De hecho, lo más fácil es no ser auténticos.
3. Pensar con criterio propio vs. Benchmarking compulsivo
Es muy difícil liderar sin pensar: “pensar es construir criterio (…), elaborar tu propia agenda”, insiste Xavier. Hay que empezar por definir el concepto propio antes que copiar los de otros, porque “si empezamos por el benchmarking (que está bien para después), no seremos capaces de generar modelos propios”. Un ejemplo recurrente de este error, como indica el autor, es que “medio mundo quiere imitar a Silicon Valley” sin detenerse a pensar que las condiciones que se dieron allí son irrepetibles en otros contextos.
4. Contra la tontería
“El humo, las barreras burocráticas, el seguidismo papanatas y la sofisticación grandilocuente”, conforman, según Xavier, buena parte del menú del que se alimenta la “tontería organizativa”. Frente a eso, se antepone la búsqueda de resultados significativos, o sea, centrarse en lo que realmente vale la pena para las personas y la sociedad. “A más burocracia, más tontería”, dice Marcet, y esto lo percibe en organizaciones “en las que es fácil que las urgencias tengan más que ver con los procesos que con los clientes”. No puedo dejar de pensar, cuando leo esto, en la Administración Pública, donde es tan habitual “dar (todo) el poder a los controllers”.
Por cierto, el día que me vi con Xavier, yo estaba terminando de leer su texto, y me atreví a hacerle algunos comentarios, pero hay una sugerencia en particular que, con su permiso, me gustaría compartir aquí. Le dije que me parecía una idea estupenda (que debería imitar yo) publicar compilaciones de posts en un formato más coral y coherente como es un libro, pero que yo seguía esperando leer de él un texto escrito como tal, que tuviera una arquitectura conceptual compacta y un modelo o propuesta diferencial, porque Xavier tiene talento y hondura de sobra para eso. Estoy seguro de que haría una gran contribución a la teoría y práctica de gestión, si consiguiera encontrar tiempo para sentarse a escribir un libro así, concebido como una carrera de fondo con un solo propósito, y no como un mosaico de esprints dedicados cada uno a temas distintos y encajados con algunas redundancias, que es algo que siempre pasa cuando se arma un libro a partir de artículos dispersos.
Ésta no es una crítica, nada más lejos que eso, porque ya dije que este recopilatorio es potente, muy útil y disfrutable tal cual, que aprovecho para recomendar que leas; sino un reto que le lanzo a Xavier, desde el cariño, para incitarlo a que nos regale una obra así. Intuyo, por cierto, que no soy ni el primero, ni el último, que le hace esta recomendación.
Buen texto, que seguiremos comentando en otras entradas….
Pablo Moura Díez
Hola Amalio,
Creo que es la primera vez que comento aquí. Enhorabuena por el post. Me ha parecido muy interesante tu visión sobre el libro de Xavier Marcet. Totalmente de acuerdo con la importancia de la coherencia entre lo que decimos y hacemos y con el valor de la síntesis, entre otras cuantas ideas muy interesantes. Gracias por compartir!
Julen
Quizá un blog es un blog y un libro un libro. Dicha la obviedad, la cuestión es escribir para que podamos leer. Cada vez me parece menos relevante que esté en un sitio o en otro. Aprecio que haya de todo porque en esa variedad está el gusto. Muy interesantes los 4 puntos que comentas: con el paso de los años cada vez aprecio más el criterio propio. Será cosa de la edad, claro está 😉
Amalio Rey
Julen, precisamente por eso. Yo sí pienso que es muy relevante en qué sitio lo ponemos, porque «el sitio» (libro vs. blog) pide unas cosas u otras. Lo que quiero decir es que si te planteas un libro, usas un «molde» que obliga a profundizar y a crear metodologías de una manera que no se necesita en los posts, y esa riqueza solo la encuentras en los libros. Eso lo estoy viviendo con mi libro, y creo que es algo que tú entiendes porque has tenido experiencias parecidas. Claro que es bueno que haya recopilatorio de posts, pero también buenos libros. Tener de los dos es lo que aporta esa variedad que tú aprecias., y lo que decía era que Marcet tiene talento para explorar esa vía, además de que seguro nos vendría genial leerlo en ese formato, siempre y cuando a él, claro, le apetezca 🙂