El lado oscuro de la Marca Personal
POST Nº602
¿Qué soy, qué eres?, ¿qué impronta dejo o quiero dejar en los demás?, ¿en qué medida puedo yo influir en cómo me ven los demás? o ¿qué puedo hacer para que se acuerden de mí en los términos que me gustaría? Todas estas preguntas contienen aspiraciones legítimas y se pueden responder de muchas formas diferentes. No es lo mismo abordarlas desde la franqueza con uno mismo, a hacerlo movido por el deseo de construirse una apariencia ideal.
Según Wikipedia, marca personal es la “gestión de la huella que dejamos en los demás”, una definición que he escuchado también en boca de muchas de las personas que impulsan esta idea. Lo leo, y me pregunto: ¿podemos “gestionar” la huella que dejamos en los demás? En parte sí, pero en gran medida no. Yo creo que la imagen que damos, y la reputación que tenemos, es mucho más atribuida que buscada o diseñada. Estoy de acuerdo con que debe haber, en lo profesional, un esfuerzo de búsqueda deliberada o una estrategia para enfocarnos en lo que queremos. Pero no conviene hacer mucho más que eso, ni cometer el error de creer que podemos controlar la reputación que se nos atribuye.
En mi opinión, el concepto de marca personal está creando una falsa sensación de capacidad de control “de la huella que dejamos en los demás”, lo que hace que mucha gente fuerce las dinámicas de interacción, pierda frescura, y se meta en unos moldes que a veces dan vergüenza ajena de lo artificiosos que son. Tom Peters, el mercantilizador obsesivo por antonomasia, sentó las bases del concepto, y también de sus miserias, cuando dijo que cada uno de nosotros es una “Me. INC” o “YO, S.A.” cuya marca se debe gestionar como si de una empresa se tratara. De aquellos polvos vienen estos lodos 🙁
Andrés Pérez Ortega, el profesional que, a mi juicio, ha escrito más y mejor sobre este tema, lo ve como la estrategia que permite que “una persona se convierta en la opción preferente en un proceso de elección”. Esto último obliga a pensar, por ejemplo, en para qué tipos de cosas nos gustaría que nos elijan, y hacerlo desde una revisión profunda de nuestras fortalezas y pasiones. Esa lectura de Andrés, si se hace desde una perspectiva estrictamente profesional, me parece útil y acertada. Yo la suscribo. Es más, es algo que yo mismo he hecho en varios ámbitos en los que me he especializado en distintos momentos de mi vida, como el Marketing de la I+D, el Design Thinking y, ahora, la Inteligencia Colectiva. Me parece perfecto aprovechar conceptos de estrategia, e incluso de marketing, para dotar de identidad y coherencia a lo que hacemos como profesionales, y cómo lo proyectamos.
El exceso empieza, a mi juicio, cuando la gestión de esa imagen profesional se mezcla deliberadamente con la personal, adoptando una estrategia de proyección pública del “yo persona” que sirva para vender el “yo S.A.” desde una identidad calculada. Esa mezcolanza es bastante común gracias a las omnipresentes redes sociales. Explicaré por qué, mezclarlo todo, puede ser un problema.
Si resulta que, como dice Peters, “somos empresas” y debemos gestionarnos como tales, el cuidado de (y la obsesión por) la marca va a invadirlo todo, como haría una empresa que entiende que todo lo que hace contribuye a la marca. Por eso nunca me gustó del todo el término “marca personal”, porque, por una parte, si bien incide en algo que es cierto y es que siempre hay un conjunto de rasgos que nos hacen diferentes; por el otro, introduce una lógica perversa de necesidad de gestionar la imagen de ese todo que nos identifica como personas, y no ya sólo como profesionales, lo que, sostengo, es peligroso para el bienestar y la salud mental.
¿Por qué digo que la #MarcaPersonal, vista así, puede ser una idea dañina para el bienestar? Pues porque en el momento que empezamos a gestionar toda nuestra proyección personal como una marca, nos estamos obligando a cuidar una coherencia, a meter lo que contamos y (aparentemente) somos en un molde, que con el tiempo puede convertirse en un jodido corsé asfixiante y empobrecedor, o en esa telaraña pringosa de la imagen del post. Esa coherencia que, por definición, excluye opciones, pega perfectamente en un constructo abstracto y que debe ser coordinado colectivamente como es una empresa, pero para nada en la complejidad y riqueza individual que significan las personas, incluidas esas múltiples incoherencias tan humanas que nos definen. Convivir con ese desajuste o “disonancia”, cuando se da (y se da bastante), suele convertirse en una fuente de presión y estrés profesional-personal.
Como decía antes, las redes sociales contribuyen a acentuar esa trampa. Lo estamos viendo en los casos que se están dando de Youtubers que, de tanto esforzarse por transmitir una imagen atada a una identidad de diseño, se han hecho mucho daño a sí mismos. Ninguno de los muchos advenedizos que se han subido al carro de esta moda de vender servicios en torno a la marca personal va a reconocer ese lado oscuro, y su respuesta será siempre la misma: eso no ocurre porque sea una mala idea, sino porque está mal aplicada. Hay bastante de eso, dirá gente seria como Andrés, pero también existe un fallo de fondo, algo estructural, a la manera de Peters, que lo pone más fácil para que afloren esas prácticas disfuncionales.
No voy a dar nombres, pero me aburren esos posteos narcisistas, con foto autopromocional en Facebook y Co, en los que supuestamente se hacen reflexiones sabias sobre la vida (casi siempre con buenas dosis de fast-food de pensamiento positivo) pero que, en realidad, están pensadas para vender lo estupenda que es esa persona. Es decir, marca personal en su implementación más forzada, incluida la venta de una supuesta honestidad o desnudo íntimo que no es tal porque te das cuenta que el relato está perfectamente calculado para que los costes de imagen sean ridículos.
Para complicar el asunto, el otro día me llegó un artículo de Teddy Wayne en The New York Times, de 2014, que hacía alusión a una pieza en el blog de la revista literaria Plowshares titulada: “Writers You Want to Punch in the Face(book)”. En él se decía que estamos viviendo un auténtico bombardeo, “aumentado” incluso por la compra de contenidos patrocinados en Facebook, del “Advertisements for Myself“. Por lo visto, estamos participando en una especie de carrera (como siempre han hecho las empresas) para ver qué persona es más recordada durante más tiempo y con más intensidad. Es decir, la “gestión de la huella” también se mercantiliza 🙁
Otra dimensión que me genera inquietud de la marca personal como paradigma es su exagerado énfasis individualista. Aunque esto merecería un post aparte, sólo voy a avanzar el argumento. La idea de centrarse tanto en uno mismo forma parte de una tendencia, digamos que bastante narcisista, de necesitar “ser diferentes” y “destacar” sobre los demás. Esa obsesión simulada, o no, de que “eres especial y único” o, como dice Ramón González Ferriz en El Confidencial, la necesidad impostada de participar en “la era de la masificación del sentimiento de ser único“, se alimenta aún más con la moda de la marca personal porque está pensada desde una lógica competitiva que prima el individuo sobre la construcción colectiva. Va en dirección contraria a la posibilidad de construir identidades y motivaciones más sociales. Siendo así, no me sorprende que la marca personal encaje tan bien en la fiebre compulsiva con que el sistema promueve el emprendimiento.
En definitiva, mi tesis sobre esto sigue siendo la misma que esbocé en un post publicado allá por octubre de 2015: “Paradoja de la #MarcaPersonal: A más marca, menos personal”. Han pasado ya 4 años, asistimos a una auténtica invasión de promotores de esta tendencia que pujan por su creciente monetización, y mi opinión no ha cambiado un ápice (¡¡y mira que es difícil que eso me pase!!). Haciéndome eco de un estupendo artículo publicado en New Republic, citaba entonces a la autora que decía que su YO más verdadero no utiliza «impactar» como verbo (o sea, lo de “dejar huella”) y que un defecto central en la idea de Marca Personal es este: ¿Cómo se puede ser realmente «auténtico» si te ves obligado a censurarte a ti mismo por el bien de la identidad de marca?
Por eso, hay algo inherentemente falso acerca de tener una marca cuidadosamente construida: cuanto más tiempo me paso definiendo mi marca personal, más artificial me siento hablando de mí mismo. La paradoja es evidente: a más pensamos en nosotros como “marcas”, menos “personal” se vuelve todo. En lugar de mi verdadero YO, con todas sus peculiaridades y defectos, obtengo un pulido YOU™.
Está claro que uno de los dilemas más difíciles de resolver hoy es dónde poner la frontera entre el “yo-persona-humano” y el “yo-marca-producto”. Por eso sostengo que es mucho mejor hablar de “identidad profesional” (o si lo prefieres, de “marca profesional”) y punto. Para colmo, vivimos en un sistema donde todo está orquestado, y presiona, para que seas una imagen construida por diseño, y no lo que te apetece ser.
A ver qué piensan de esto los amigos y amigas de la comunidad de Marca Personal. Si alguien se anima a participar, que me encantaría, solo pido que lo haga con respeto, y no se sienta atacado/a. Nada de lo que he escrito aquí es fruto de una idea loca repentina, ni de una obsesión contra nadie. He pensado muy bien lo que digo, pero puedo cambiar de opinión si alguien me da buenos argumentos 🙂
Hernán David Camargo Luque
Estoy totalmente de acuerdo contigo, hay una hiperexposición de las personas en las rrss, quieren obligar a que todos estemos inundando la red con contenidos, se volvió prácticamente otra obligación más del diario vivir. Disfruté mucho tu texto y me sirve para seguir impulsando un concepto que va muy por el contrario de la marca personal, el “yo digital”. Saludos!
Boris Cornejo
Interesante tu articulo planteando quizás una idea que se presta para el debate, no coincido con algunas de tu aseveraciones pues en la marca personal existen dos aspectos vitales para que sea tal, la autenticidad y la coherencia, por lo tanto decir que termina siendo algo forzado no seria real, en todo caso excelente tener otro punto de vista que nos lleva al análisis y mejora continua…
Laly Moreno
Por casualidad encontré su artículo y es de lo mejor que he encontrado relativo a Marca Personal tras haber leído a Andrés Pérez que también para mí es el número 1.
Ciertamente todo esto está MUY INFLADO. Creo puede ser interesante como herramienta para avanzar, y de hecho TODOS ya tenemos nuestra propia Marca Personal y/o Profesional aunque la mayoría no seamos conscientes de ello.
Lo interesante es gestionarla SIN convertirla en un FÍN en SÍ MISMO.
Se aprecia claramente cuando aparecen los egos focalizando más en uno mismo que en los demás que, a mi modo de ver, es lo más interesante cuando ofreces un servicio o producto.
Creo que una Marca Personal/Profesional no debe basarse en la “imagen” que “deseo” proyectar, sino más bien trabajarse uno mismo desde un buen autoconocimiento, sinceridad (quién soy), y sin obsesionarse.
No es sano estar tan pendiente de uno mismo para “agradar” a todo el mundo y tener muchos seguidores en RRSS. No sólo se pierde autenticidad, sino que además se entra en el postureo y no es creíble… Se nota tela!
Alba Holgado
Gracias Amalio por esta buenísima crítica de la Marca Personal. Creo que es un concepto interesante pero peligroso y como bien dices, paradójico. Leeré también a Andrés Pérez Ortega.
Saludos!
Alba
gustavo
A mi lo que preocupa es las implicaciones eticas que el discurso de la marca personal implica, porque es que es claro que estas promoviendo una deshumanizacion de las relaciones sociales, esto es utilitarismo llevado al extremo y aunque suene patetico es trsite ver que se promueve un dircurso que pide que nos veamos como meras mercancias que deben buscar un nicho de mercado, hay que estar muy enfermo para pensar de esa manera, ¿venderte como una mercancia? eso es no valorarse eso pienso-.
María Gómez
Quizá no se trata tanto de cuestionar si le ponemos el término marca a las personas sino más bien si le ponemos PERSONAS a las MARCAS. En realidad hoy día nadie discute que el branding es la herramienta que hará posible que las empresas definan unos valores de marca y un propósito auténtico que impacte positivamente en la sociedad y eso es maravilloso. ¿que problema hay con que sea eso lo mismo que nos propongamos hacer con nosotros mismos para descubrir nuestra esencia auténtica, nuestro propósito, vencer miedos y llegar dónde decidamos llegar utilizando las herramientas que consideremos más coherentes con quien somos?
Yo me autodenomino Experta en Marca Personal desde hace 4 años, y he tenido que hacer y hago cada día un gran trabajo personal para llevarlo puesto, vencer muchos miedos a la visibilidad y estar muy dispuesta a que no me importe lo que digan los demás, sólo centrarme en ser quien soy y aportarlo a quien confíe en mi. He descubierto en mi andadura con las personas que han confiado en mi que ese es el verdadero trabajo que todos tenemos que hacer. Yo, sí hablo de estrategia personal como siguiente paso al autodescubrimiento y no voy a hablar de estrategia profesional porque en la vida lo que considero más importante es relacionarnos entre personas y no como “profesionales” en todos los momentos del día porque solo eso nos dará la autenticidad que necesitamos para VIVIR.
Si nos lleva a un mundo de personas auténticas que hacen lo que aman con coherencia nos relacionaremos siempre como personas y no como profesionales y entonces, bendita sea la marca personal.
Dediquemos tiempo a cuestionarnos a nosotros más que a lo que ocurre ahí fuera y pongamos en valor lo que cada uno hace desde el lugar en el que está y desde su nivel de consciencia. Solo eso ya es mucho trabajo.
Gracias por la oportunidad de reflexionar sobre ello.
Amalio Rey
Gracias, María, por aportar tu opinión. Más todavía porque creo que, salvo excepciones, he echado en falta más conversación con tu comunidad de profesionales sobre estos dilemas. Da la impresión de que cualquier idea que se aparte del discurso apologético no es bienvenida. Pero en fin, centrándome en lo que comentas.
No veo diferencia entre “poner el término marca a las personas” o al revés, “personas a las marcas”. A todos los efectos prácticos, es lo mismo, María. Claro que hay un problema entre extrapolar el enfoque que seguimos de las empresas a las personas. No somos lo mismo, y ahí está la clave. Creo, insisto, que es una simplificación peligrosa que termina atrapándonos, “cosificándonos”.
Por supuesto que yo suscribo lo que comentas de “descubrir nuestra esencia auténtica, nuestro propósito”, pero eso no puede, ni debe, llamarse “marca personal”, porque es un término tramposo. Creo que me repito, pero, las palabras no son inocentes. Más peligroso aun es mezclar lo profesional con lo estrictamente personal en un batiburrillo que hace, casi siempre, que lo primero solape a lo segundo. Yo creo, de verdad, que hay que cambiar el relato. Fíjate si esto se ve venir y tiene bastante sentido, que gente muy creíble y respetada en este mundillo, está sustituyendo el término “marca personal” por “estrategia profesional” o “marca profesional”, que me parecen muchísimo más acertados.
Lo de “relacionarnos entre personas y no como profesionales” se puede hacer, de forma maravillosa, sin hablar de marcas. Es más, como ya he dicho muchas veces, mientras más “marcas” pones en la relaciones, menos “personas”. No somos, los humanos, un constructo tan uniforme y estrecho como son las marcas. Esa es una simplificación que devalúa nuestra hermosa complejidad. Las empresas necesitan hacerlo porque tienen que coordinar recursos y esfuerzos de mucha gente pero una persona puede, y debería, ser muchísimo más flexible en verse y proyectarse.
Claro que no somos profesionales en todos los momentos del día, ni tampoco somos tan lineales, ni respondemos a un patrón estable de imagen y proyección como necesitan, por definición, las marcas. Tú misma refuerzas mis razones. En aquellos estupendos momentos en que “no somos profesionales”, déjame ser como me apetezca, como aflore de mí, como mi cuerpo y mi espíritu responda de forma espontánea. ¿Por qué en los momentos en que no soy un profesional tengo que moldear mi acción y meterla dentro de un molde rígido? porque, María, eso es una “marca”, siento recordarlo, un patrón que se repite que siempre cumple una condición: la coherencia. Déjanos a las personas, en los momentos en que no somos profesionales, ser un poco incoherentes. Es un rasgo profundamente humano. Eso es ser una “persona auténtica”. Llamar al proceso de “autodescubrimiento” con el término “marca” me parece demasiado forzado. No es lo mismo, ni es igual, en absoluto.
Gracias a ti por pasarte y opinar. Y también por poder decirte lo que pienso…
María Gómez
Gracias a ti por este espacio para la conversación . Ya me gustaría que pudiera ser mejor con un café o un vino. En el fondo nos importa lo mismo, las personas.
El tema es que las marcas corporativas tienen que evolucionar hacia una mayor humanización. Y entonces quizá no consideraríamos el término como ese constructo rígido del que hablas. Obviamente hasta ahora es lo que ha sido y así pasa hoy, esa gran crisis de reputación corporativa por falta precisamente de coherencia en casi todas.
Con mi experiencia en el tema, aportar ciertas herramientas que han estado absolutamente restringidas a la empresa, darles una vuelta y usarlas para cuestionarnos cosas que nos sirven como personas, tiene valor porque nos ayuda a ordenar ese autodescubrimiento traerlo a tierra y darle forma. A las personas con las que trabajo les sirve (y eso es lo que más me importa) y no tiene nada que ver con la notoriedad ni la visibilidad, sino más bien les ha servido para hacerse preguntas que nunca se habían hecho antes.
A mi sí me parece muy importante ser coherente en mi vida pero sobre todo conmigo misma, no para dárselo a “mi marca” hacia afuera sino para dentro . Y eso no significa que no acepte en mi que hay veces que puedo no serlo, y no pasa nada, y lo asumo, no me machaco y sigo trabajando en ello fundamentalmente porque me da paz a mi, no por lo que tiene que ser.
No se si alguna vez lo cambiaré de nombre pero de verdad que no lo llamaré “marca profesional” porque eso para mí vuelve a dejar a la persona fuera y ya llevamos haciéndolo demasiado tiempo en pro de nuestra “carrera profesional” que no nos ha llevado, en general, como personas, a ninguna parte, solo a olvidarnos de nosotros mismos.
¡Mil gracias!
JUAN JOSÉ BRIZUELA AGUAYO
He necesitado tiempo para “digerir” este post, para leerlo y releerlo unas 4 veces y darme cuenta de las ideas como deben ser.
¿Sabes qué pasa? Que confundimos bastante el término marca. Lo confundimos con “comunicar”, con “publicitar”. Sin pararnos a pensar en ese YOU ™ que has marcado antes.
Me ha encantado porque creo que tenemos una misma visión.
todo esto me da que sale de esa nueva tendencia socioprofesioanl de los freelances, de los profesionales independeintes que incluso podemos ser nosotros mismos x intetnar ganar un espacio en ese “momento de la elección profesional” y se está llenando de poses.
Me gustaría ver mi lado crítico pero suelo decir con frecuencia: “no veo a gente llorar en Facebook, ni en twitter ni en Instagram”.
Creo que me da para reflexuonar aún más sobre ello. quiero escribir un post. y te necesitaré, Amalio
Amalio Rey
Me alegra leerte, Juanjo, porque eres mi referente en marcas. Lo bueno que tienes tú es que estas constantemente “revisándote”, para no casarte con una idea inamovible. Me gusta que hablemos de esto. Aprendo contigo.
Es cierto lo que dices de que, al final, este debate tiene algo que ver con ¿qué entendemos por “marca”? Podemos darle mil vueltas, pero sigo pensando que hay palabros a los que se asocia un significado que nos atrapa. Si a cualquiera persona, no experta, le hablas de “marca”, va a pensar inmediatamente en la “imagen”, o sea, en la proyección externa. Eso termina contaminándolo todo. Por eso no me gusta el palabro. Es muy muy interesante ver como la gente que más sabe de “marca personal”, que más entiende de eso, empieza a hablar más de “estrategia personal” o, mejor, “estrategia profesional”, o si prefieres, “marca profesional”. Esos tres términos son mucho más acertados y saludables que el de “marca personal”. Ese giro en la jerga utilizada es sintomático, y refleja los problemas “estructurales” que implica unir “marca” con “personas”. Esa disonancia no se da con las empresas, en las que la “marca” sigue teniendo mucho sentido, aunque redefinida como un dispositivo que se tiene que construir con la participación activa de los clientes/usuarios. Te invito, Juanjo, a que te fijes en esa “migración semántica” que se está dando, aunque tímidamente, en el mundillo de la “marca personal”. Es un reconocimiento implícito de las disfuncionalidades que comentamos aquí (no digo que sea porque lo digo yo, dado que son cosas de las que a hablado mucha mas gente) aunque la comunidad de marca personal no quiera reconocerlo. Hay mucho “groupthink” en esa comunidad, y mucha defensa corporativista-endogámica de un concepto que necesita revisarse. Un abrazo
aitor
¡Hola! Creo que el artículo es contradictorio en relación a la cuestión del “individualismo” tal y como se define en el texto: ser original y diferente. Por un lado, se defiende que la marca personal te induce a la adopción de los clichés propios de la subjetividad capitalista y, por otro lado, te impulsa a perseguir la diferencia y la originalidad. Son cosas contradictorias. O se adoptan clichés o se es original, las dos cosas no se puede.
En otro orden de cosas, echo de menos referencias a otros aspectos esenciales para comprender el fenómeno. El criterio de validación universal dentro de la subjetividad capitalista es el económico, es decir, la escala de valores se construye en función del éxito financiero. Si un proceso cualquiera tiene éxito, estará arriba de la escala de valores y será éticamente aceptable. La creación del concepto “marca personal” es una consecuencia de la penetración de este tipo de subjetividad en la sociedad. Se trata de considerar al individuo desde la lógica mercantil, llevando al extremo y trasladando al individuo los presupuestos de la subjetividad capitalista.
Es importante hacer esta puntualización porque en el texto parece que el problema se produce con la colisión entre la identidad construida a la medida del mercado y la otra identidad —llamémosla “auténtica”—, que produciría los efectos que has mencionado. Aunque estos efectos existen, no son, en mi opinión, el origen del problema, sino más bien una consecuencia. La misma idea de “marca personal” es una aberración por derecho propio.
Las acepciones de “marca personal” como “gestión de la huella que dejamos en los demás”, generalizan y desvinculan el concepto de su origen mercantilista y omiten lo más importante de la idea, induciendo una ocultación del verdadero problema que no es otro que este: medir absolutamente todos los aspectos de nuestra existencia bajo la lógica del mercado.
Soy de la opinión, y en esto podríamos estar en desacuerdo, de que el márquetin es malo en términos generales. Es bueno para el negocio, pero es malo para la sociedad y para el individuo. No hay forma de considerar al márquetin como algo saludable. Cuando afirmas que “Me parece perfecto aprovechar conceptos de estrategia, e incluso de marketing, para dotar de identidad y coherencia a lo que hacemos como profesionales, y cómo lo proyectamos” me gustaría dejar clara una cosa: es bueno para el negocio, estrictamente. No es bueno ni para la sociedad ni para el individuo.
Te dejo un divertido resumen de lo que significa “Márquetin” para mí: https://youtu.be/lPZlNG-FCwY
Un abrazo.
Amalio Rey
Hola, Aitor:
No entiendo por qué dices que el artículo es contradictorio en lo del “individualismo”. Leo tu argumentación, pero te juro que no la pillo. Por cierto, no he hablado de “subjetividad capitalista”. Lo de que “la misma idea de ‘marca personal’” es una aberración por derecho propio” sí que lo suscribo. La colisión entre la identidad diseñada para vender y la auténticamente propia, si es que se ha buscado tiempo para descifrarla, existe. En cuanto a esto que dices de que “no hay forma de considerar el marketing como algo saludable”, te invito a que leas esto, y así no me extiendo. En este artículo respondo extensamente a esa cuestión: http://www.emotools.com/static/upload/files/marketing_destacado_.pdf
Un saludo
aitor
Por no liarnos e ir directo al fondo (después de leer lo que enlazas): El márquetin es una disciplina al servicio de las empresas, no de las personas. Son las empresas las que contratan servicios de márquetin. El enfoque humanista puede producir mayor beneficio económico en algunos casos, pero será el beneficio económico lo que valide la práctica de esto que llamas márquetin ético, ya que el beneficio económico es el fin último de la empresa.
Existen zonas difusas en el ámbito, por ejemplo, de la empresa social, cuyo fin declarado es un bien social, pero eso es una discusión aparte.
Aún en el caso de que se diera un márquetin ético, tal como lo describes, tendría varias objeciones. En general, el márquetin se da en el contexto del capitalismo y si existiera algo como el márqueting ético sería siempre una versión menos mala, suavizada, del márquetin “salvaje”, pero operando en definitiva en el marco de la explotación. Tendría, además un efecto de “blanqueo” del márquetin.
No sé si esto es algo que quieras discutir. Estoy aquí por sugerencia de un amigo con el que comentabamos en privado tu artículo, pero quizá sea una intromisión no deseada.
Un abrazo.
Amalio Rey
Aitor, ¿como va a ser una “intromisión no deseada”?. Este blog es una casa abierta, en la que se puede discutir de cualquier cosa, siempre que se haga con respeto 🙂
En cuanto a lo que dices, discrepo de tanta rotundidad. Mira, yo uso fundamentos del marketing para promover mi actividad profesional. No soy una empresa, soy un profesional independiente, así que, en todo caso, me “exploto” a mí mismo. He usado conceptos de marketing y de estrategia para conseguir más foco en lo que hago. También para argumentar mejor mis ideas e intentar llegar a más personas. Aparte de sentirme mejor conmigo mismo, que es lo principal, también deseo que mi mensaje (y mi conversación) se amplíe a más personas. Todo eso es legítimo, y cabe dentro de ese “marketing ético” al que te refieres. Y, claro, ahora mismo vivo en el Capitalismo, con las reglas de juego de este sistema, así que juego con ellas. Soy poco pretencioso. Un abrazo
aitor
Bien, tengo la intuición de que mis argumentos no se invalidan si se aplica al individuo —en su vertiente profesional—en lugar de una empresa, aunque es un terreno lleno de matices y deberería pensarse con calma. Si admites tan claramente los límites del márquetin ético —me refiero a tu última frase—, para mí es suficiente. Te agradezco la discusión civilizada. Un abrazo.
David Barreda
…pues a ver…
Personalmente el artículo me ha gustado mucho por cuanto aborda una serie de aspectos relativos a la Marca Personal y su gestión que bien merecen una revisión…
…tampoco nos pasemos, no pienso que este sea un post en ‘contra de la Marca Personal’, al menos, yo no lo interpreto así… pero sí considero que pone de relieve algunas de las grandes paradojas de esta disciplina…
…todos dejamos una huella (o no), esto es obvio… también todos tenemos derecho a gestionar una serie de variables para que esa huella sea positiva, reconocida y elegida… lo que en ningún caso nos dará control sobre lo que los demás piensan de nosotros… ahora bien… cuando la gestión de nuestra marca se convierte en un fin en vez de en un medio… peligro!
…Guillem lo explica muy bien en su comentario, con el que estoy totalmente de acuerdo… pero también estoy de acuerdo con este artículo… corremos (todos, tú también) el peligro de cosificarnos, de convertirnos en caricaturas de nuestras intenciones, de replicarnos unos a otros pensando que lo que le puede funcionar a otro me puede funcionar a mí…
…queda mucho por hablar de este tema, la lástima… que creo que no se quiere hablar de ello, no mola, no gusta, incomoda…
….espero expresar mis ideas de forma más ordenada más pronto que tarde… a mí solo me queda darle las gracias a Amalio por abrir este melón (que nadie se quiere comer).
Un saludo!
d.
Amalio Rey
Hola, David: Como ya te comenté en otros canales, aprecio mucho que no te asuste hurgar en este melón una vez abierto, y conversar sobre un dilema que otros prefieren que pase desapercibido. Eso dice muy bien de ti.
Las variables que puedes “gestionar” solo pueden, si lo haces bien, aumentar la probabilidad de que dejes una huella positiva. Pero el resultado depende de tantos otros factores ajenos a nuestra influencia, que es mejor rebajar las expectativas en esto, evitando el exceso de euforia con que algunos venden el impacto pretendidamente transformador de la “marca personal” en nuestra vida.
El concepto de “marca personal”, tal como suena, con su sesgo terminológico, nos “cosifica”. Siembra las condiciones para que sea más fácil que eso nos ocurra. Las palabras no son inocentes. Creo que hay que cambiar el relato hacia “estrategia profesional”, o si lo prefieres, “marca profesional”. Un saludo
ESTEFANE SANTANA
Excelente post, concuerdo contigo, el hecho de proyectarnos como marca personal, hace que perdamos nuestra verdadera identidad y terminemos siendo un producto más en el mercado. Que en lugar de ser únicos y diferentes, terminemos siendo títeres de las redes sociales y perdamos la esencia que nos define y hace realmente especial. Vendemos el interes por un yo colectivo, cargado de narcismo.
Entiendo que como profesionales debemos. destacar y crear estrategias de visibilidad y construcción de identidad meramente profesional, pero esta no debe afectar nuestra identidad personal.
Corrección
Amalio Rey
Estefane, ese es el riesgo: “terminar siendo títeres de las redes sociales” y “perder la esencia que nos define”. Deberíamos ser especiales por lo que somos, y no por la “marca” con la que nos vendemos. La identidad profesional, en efecto, hay que trabajarla y construirla. En eso estamos totalmente de acuerdo…
Marcos
Excelente reflexión y enfoque. Actualmente estoy leyendo a Andrés y por casualidad aterrice en tu post. Enhorabuena !!!
Amalio Rey
Hola, Marcos: Andrés es de lo más serio que hay en esta comunidad. Si ve que algo no cuadra, se hace la pregunta y trata de mejorarlo. Respeto su trabajo.
Adolfo Labarca
Excelente aporte de realidad y enfoque. Derivé en el artículo: #MarcaPersonal: A más marca, menos personal. Otro excelente y reflexivo aporte. Llevo años trabajando mi marca personal, afortunadamente hace ya algún tiempo aterricé y entendí que la influencia que podemos darle es solo “un aporte” y no su definición.
Ha sido un gusto leerte Amalio.
Elena Valor
¡Enhorabuena! Me ha encantado, tienes mucha razón.
Cesar Casella
Estoy de acuerdo con tu punto de vista, desde que se acuñó el concepto de Marca personal, ahora alguno pseudos aruditos lo han relacionado con la construcción de la marca de una empresa. Hacer branding en términos de marketing para lograr posicionar una marca es un mundo bastante dedsfiante de cara al mercado, pero hacerlo con las personas o con uno mismo es reducir al nivel de una fria marca el verdadero concepto y dignidad de la persona humana, no son equiparables bajo ningún concepto. Sin embargo si en algo la persona está obligada a desarrollar y potenciar es en aquellas caracteristicas que lo hace Ser más persona. De hecho nuestro desafío está primero en gobernar nuestro propio ser y ser capaces de responder asertivamente frente a los retos propios de nuestro entorno más próximo como hijos, padres, hermanos, amigos, trabajadores, pareja, vecinos, etc. ese es nuestro desafío y el como dejaremos huella en aquellos que nos rodean.
Amalio Rey
Así es, Cesar: “si en algo la persona está obligada a desarrollar y potenciar es en aquellas características que lo hace Ser más persona”. Eso de aprender a gobernarse a sí mismo ya tiene mucha tela 🙂
Roger Peralta
Me encanto el post. Reflexionando sobre lo narcisista que se han vuelto <> pienso… me estan vendiendo un o una modelo o a un profesional? jaja
Saludos
maria
El concepto marca personal siempre me ha interesado, y estoy totalmente de acuerdo con todo lo que indicas en tu post, en mi opinión creo que se ha perdido por el camino del narcisismo social que vivimos, que la marca personal era una propuesta para dejar de ser un gran desconocido para uno mismo para tomar conciencia de cual es tu salsa secreta, cuales tu potencialidad en lo laboral, y en lo personal escoger paralelamente un camino de autoconocimiento de conciencia propia y social, pero creo que las redes sociales han corrompido esta ultima parte, y por eso hemos llegado a este punto cuanto más tiempo me paso definiendo mi marca personal, más artificial me siento hablando de mí mismo.
Amalio Rey
María, está bien eso de intentar investigar cuál es nuestra “salsa secreta”. Tiene bastante que ver con profundizar en nuestra identidad. De ahí aflora un relato auténtico, que es el saludable. El esfuerzo de autoconocimiento que necesita todo esto se empaña o contamina con la capa de narcisismo que transmite la “marca personal” desde su propia forma de llamarse.
Aurora Cepeda
Buenos días Amalio,
Me parece acertado que se hable de este tema. Alguien con peso tenía que hacerlo. En mi opinión pienso que el problema reside en el uso de lo personal y me explico. Es difícil desligar el yo profesional del yo personal, lo que hace que cuando se establece una estrategia de tu marca, se utilicen ambos “yo” profesional y personal, pero con limitaciones a nivel personal. Esa idea de ofrecer tu mejor versión, hace que mercantilices tambien tu yo personal y ese es el error. No puedes gustar a todo el mundo (ni falta que hace) pero quieres llegar a las máximas personas a nivel profesional y se corre el riesgo de “amoldar” tu imagen personal a lo que más “vende”. Es una percepción, si te colocas desde fuera.
Gracias por tus reflexiones
Saludos,
Amalio Rey
Aurora, lo explicas perfecto: 1) “Esa idea de ofrecer tu mejor versión, hace que mercantilices también tu yo personal y ese es el error”, 2) “se corre el riesgo de «amoldar» tu imagen personal a lo que más «vende». La combinación de ambos efectos tiene un impacto nocivo en el bienestar personal. Si la jugada sale bien (que a menudo no es así), es posible que “vendas más”, pero se está cada vez más incómodo con uno mismo, y eso se termina pagando.
Cristina
En alguno de mis talleres trabajo el concepto de marca personal pero lo hago desde una perspectiva utilitaria, o eso me parece a mí.
Partiendo de la definición de marca personal que hace Andrés Ortega y de la autopercepción que tenemos, de cómo nos ven los demás y de lo que queremos conseguir como profesionales, se puede trabajar en los gaps.
Es decir, que no necesariamente se pone foco en lo individual, sino que podría ser en lo colectivo si lo que hay que mejorar es el trabajo en equipo, o la consecución de ciertos objetivos relacionados con la comunidad (nuestra comunidad, la que sea).
Amalio Rey
Cristina: No entiendo bien a lo que te refieres cuando dices que trabajas el concepto de marca personal “desde una perspectiva utilitaria”. Seguro que se me escapa algo, pero creo que todos los que forman o dan servicio de esto, lo hacen así, ¿no?
Por supuesto que es bueno identificar esos “gaps”, y trabajarlos. Pero si descubres disonancias, contradicciones (las hay, si hay “gaps”), el autoconocimiento, y el sentirse bien con uno mismo, debería mandar sobre lo demás. Pero mi experiencia me dice que la idea de “marca” refuerza el camino contrario, que es adaptar el “uno mismo” a lo que demandan los demás, porque ese tipo raro de “empatía” vende más.
La marca personal, Cristina, es estrictamente individual. No veo que se pueda trabajar colectivamente. Si quieres mejorar el trabajo en equipo, la estrategia a seguir sería diferente. Hay otras metodologías mucho más efectivas para eso. Jamás se me ocurriría, con perdón, hablar de “marca personal” para mejorar lo colectivo. Me suena a oxímoron. Ahora bien, si te refieres a que cada persona encuentre su lugar único, especial, de “complementación” con el resto, para amplificar las sinergias, eso tiene bastante poco que ver con trabajar la “marca personal”.
Guillem Recolons
Muy buenas, Amalio
Como estudioso y aprendiz de la marca personal te advierto que veo pocas contradicciones en este post. Tomarse un par o tres de copas de vino al día no es malo, tomarse tres botellas suele acabar mal. Y eso es algo que tiene su espejo en la gestión de la marca personal.
Hay un efecto perverso en la economía de la atención y de la inmediatez que hace que muchos pasen del índice del libro al último capítulo, el del plan de acción. Y así nos luce el pelo (aunque soy calvo). Lo que explicas en el post está sucediendo en política, se gobierna a golpe de tweet y de “parida del día” sacada de los spin doctors de la trastienda política.
Con el personal branding (gestión de la marca personal) pasa lo mismo. Muchos prefieren verlo como una exaltación del ego, y es porque únicamente retienen la parte de visibidad. Es algo absurdo, como creer que debajo de la parte visible de un iceberg no hay nada.
El iceberg es una buena metáfora para explicar una forma de gestionar nuestra marca. Al fondo del abismo, el autoconocimiento, el saber quiénes somos, cómo nos perciben (la marca personal que dejamos), análisis DAFO… Después la estrategia, el propósito, el objetivo, el producto o servicio, la propuesta de valor, el modelo de negocio. Y finalmente, la visibilidad debe ser una consecuencia medida de lo anterior, con mensajes y contenidos que aporten valor, sean relevantes para tus grupos de interés y te ayuden a proyectar el yo real desde el valor hacia los demás.
Arrancas el post definiendo marca personal (personal brand) como la “gestión de la huella que dejamos en los demás”, pero si te fijas bien se lee “la huella que dejamos en los demás”. La gestión de esa huella, la gestión de la marca personal es lo que conocemos como personal branding.
Me gusta leer artículos que ponen en valor la paradoja de la que hablaste hace un tiempo, y de la que hice eco en los medios. Ninguna disciplina es perfecta si no sigue una mínima disciplina, y tratar de colocar un tejado cuando no hay cimientos ni estructura es, por lo menos, difícil. Un saludo y gracias por remover conciencias.
Guillem
Amalio Rey
Hola, Guillem:
Valoro que te pases por aquí, pues tanto tú como Andrés, me parecéis de los más serios que hablan de estas cosas. Hay mucho humo comercial y “cámaras de eco” en el resto de la conversación que sobre este tema pulula en las redes.
Como ya te comenté en otro canal, si bien es cierto que, en el caso de la “marca personal”, se da algo del “efecto alcohol” que tú comentas (incluso lo planteo de forma parecida en el post), me gustaría insistir en que también hay un problema “estructural”, de partida, que vicia bastante el concepto. El dilema o disonancia no se da solo por “excesos” en el uso o aplicación, como tú sugieres, sino también en la concepción misma de la idea, porque:
1) mezclar “marca” con “personas” es desafortunado, de base, porque las palabras no son inocentes
2) si hablamos de marca, lo más saludable sería que hablemos estrictamente de “marca profesional”, y no “personal”
3) la parte “para afuera”, de “visibilidad”, se acaba comiendo la parte “para adentro”, de “identidad”, y eso es porque la construcción del término, el propio hecho de hablar de “marca” y de la “huella que dejamos en los demás”, pondera en exceso (desde el mismo imaginario que produce la semántica) la parte externa de la imagen.
Sé que plantearlo así, como lo hago yo, puede producir cierta molestia, porque puede interpretarse que me lo cuestiono todo, pero sí que pienso que buena parte de ese iceberg está cimentado en una premisa confusa que, a su vez, facilita más confusión. La “parte de abajo” del Iceberg debería estudiarse usando un prudente filtro profesional, lo que no significa que dejes de escudriñar en tus motivaciones más personales, porque es cierto que eso se mezcla, pero después… cuando sacas la cabeza por encima del agua, no es bueno esculpir la pieza diluyendo los límites: ¿crees realmente que es saludable aplicar conceptos como “propuesta de valor” o “modelo de negocio” a nuestra vida personal? ¿no es asfixiante introducir tanta “gestión” y “cálculo” en nuestra proyección personal? De esos polvos, estos lodos, colega 🙁
En esa misma línea le comentaba a Andrés, en su muro de FBK, que diseñar una “marca” es fijar una estrategia, y una estrategia, por definición, significa siempre “descartar opciones”, o sea, reducir grados de libertad. Si eso lo haces en una empresa, es perfecto e imprescindible, porque las empresas necesitan una identidad reconocible y, sobre todo, que sus miembros se pongan de acuerdo en torno a esa identidad, que se comparte entre mucha gente. Si lo haces en una profesión, o una proyección profesional, también. Pero el lío comienza cuando usas el apellido “personal”, porque ahí empiezas a teñirlo todo de algo que habría que mantener a raya.
Por eso digo que en el uso del término “marca personal” no solo hay un fallo de aplicación, o de que el concepto se haya prostituido, sino que el propio concepto y el nombre que usa (marca + persona) hace que eso ocurra tanto, y facilite prácticas disfuncionales. Desde el mismo momento en que nos empezamos a preocupar por la “huella que dejamos en los demás” (en lugar de en la satisfacción que sentimos con nosotros mismos), empiezan los problemas, y yo creo que el palabro “marca personal” hace que tengamos una tendencia natural a que eso ocurra…
Gracias a ti…
Julen
Hay un refrán que viene al caso: “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Me temo que el problema está en la inflación. Todos queremos proyectar una buena imagen de nosotros mismos. Pero todo se derrumba cuando esa imagen se convierte en objetivo a toda costa. Y ahí creo que andamos, en la pelea por quien proyecta la mejor imagen a base de bombardeo de social media. Pero, claro, vivimos en 2019 y el mundo está montado así. Difícil bajarse de él.
Amalio Rey
Así es, Julen, hay mucha “inflación”, favorecida por el hype y la posibilidad de monetizarlo 🙂
Roser Claramunt
Gracias por esta reflexión, tan necesaria en estos tiempos, a mi entender.
He discutido mil y una veces con profesionales que defienden y quieren convencerme de la necesidad de mostrarte cómo eres (incluyendo relaciones familiares, celebraciones íntimas y demás, al más puro estilo de revistas del corazón) en las redes para mostrar cercanía y humanidad. Y este verano hemos visto mucho de eso.
Tengo mis dudas al respecto.
Lo cierto es que desde el punto de vista psicológico eso satisface la necesidad humana de la curiosidad (por parte de los seguidores), y eso tiene mucha, mucha fuerza.
Estoy totalmente de acuerdo con tu sabia aportación y en que la marca personal se base en la actividad/marca profesional.
Creo que la cercanía y la humanidad se pueden conseguir perfectamente sin mostrar el lado más personal.
Cada uno debe decidir conscientemente hasta donde quiere mostrarse, en línea con los propios valores. El riesgo está cuando ese ‘molde o imagen” que se busca transmitir, pone en peligro el respeto a nuestros valores y por tanto, el respeto a un@ mismo@.
¡Gracias!
Amalio Rey
Hola, Roser:
Ese contrapeso que pones en los argumentos es interesante. Es verdad que la curiosidad de descubrir los entresijos personales tiene mucha fuerza, y es lo que explica que haya tanta gente que lo aprovecha para reforzar su imagen profesional. El problema de eso es que te va atrapando en una caricatura de ti mismo/a, en un exceso de coherencia, que es lo que se pide, por definición, a la “gestión de marcas”.
Teresa Zorrilla
Creo que el narcisismo es aún más oscuro.
Cito a Martha Nussbaum (2010): El verdadero choque de las civilizaciones reside en el alma de cada individuo, donde la codicia y el narcisismo combaten el respeto y el amor. … las sociedades están perdiendo la batalla a ritmo acelerado pues están alimentando las fuerzas que impulsan la violencia y la deshumanización, en lugar de alimentar las fuerzas que impulsan la cultura de la igualdad y el respeto.
Nussbaum, M (2010): Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita las humanidades. Katz Ed. Buenos Aires y Madrid.
Amalio Rey
He leído mucho a Nussbaum. Gracias por la aportación, Teresa. Escribí también sobre el creciente Narcisismo que tenemos hoy, en este post, porque si te apetece abundar en el tema: http://amaliorey.com/2017/10/28/vivimos-en-una-sociedad-mas-narcisista-post-554/
Carmen
Pues tienes razón… cuanta más marca, menos persona. No parece el término más acertado … tan lógico y reflexivo como siempre Amalio! Me lo leí de principio a fin y me ha encantado el debate y la reflexión que podríamos hacer con una buena copa de vino o tarde por delante. Un abrazo
Amalio Rey
Hola, Carmen: Gracias, por leerme. A ver si un día lo hablamos en persona, con unos pescaitos de por medio, y “El Mega” contándonos de Google 🙂