Volver a lo básico es lo más innovador que se puede hacer ahora
POST Nº633
Tanto machacar con lo de la capacidad de adaptación que tal vez nos estamos adaptando demasiado. Los hypes y las modas están haciendo mella en la ansiedad de la gente. Volvemos de nuevo a querer ajustar nuestros comportamientos a todo lo que se mueve, sin saber bien su naturaleza, ni si son giros coyunturales.
El relato monocorde a favor de la hiperagilidad está siendo tan insistente en tiempos de Covid, que empiezo a pensar que hace falta más criterio para quedarse quieto y consolidar lo que hacemos bien, lo importante que se espera de nosotros, que para lanzarse a crear cosas nuevas. Saber ver hoy lo que se mantiene, lo bueno esencial que permanece, puede ser un desafío mayor, una capacidad que denote más inteligencia y pensamiento crítico, que demostrar tanta rapidez para adaptarse a unos supuestos cambios que nadie sabe a ciencia cierta cómo van a ser.
Dice Alejandro Dolina que “la ignorancia es mucho más rápida que la inteligencia”, porque siempre va a gran velocidad y llega primero a todos los sitios. Es eso. El ambiente presiona a salir corriendo, así que no deja tiempo apenas para pensar en qué dirección. Yo, en ese caso, prefiero quedarme tranquilo, observar con atención, hacer probaturas muy baratas por seguir abriendo opciones pero sin comprometer nada hasta que el panorama se aclare. Invertir tiempo, en mi caso, para el desarrollo de ciertas capacidades entraña un coste de oportunidad que prefiero medir con prudencia.
Lo único que tengo claro es que, para bien y para mal, después de la Covid19 vamos a seguir siendo los mismos humanos que éramos antes. Por eso, hoy que hay tantas marejadas (reales e imaginadas), lo mejor que se puede hacer es poner la vista en puntos fijos del horizonte, en esos atributos y reclamos que vale la pena cuidar y recuperar. Le llaman estrategia, que sigue siendo válida en tiempos VUCA.
Pondré un ejemplo. Leía el otro día un buen post de Carlos Magro sobre la escuela, la bendita escuela, en el que contaba que alguna gente sobreexcitada con el impacto del confinamiento (el calificativo es mío, Carlos no suele hablar así) ha decretado el fin de la escuela porque como “el futuro ya llegó”, le parece una institución anticuada, de otro tiempo. Es un buen ejemplo de lo radicales (o superficiales) que somos imaginando el mañana y lo fácil que nos dejamos influir por marejadas sobrevenidas. Tanto Carlos como yo sabemos que la Covid no se va a cargar a la escuela porque, como él me decía, “innovar siempre es dialogar con la tradición” y cuando eso se hace bien, descubres que hay rasgos esenciales de la tradición educativa que siguen siendo muy válidos y que en lugar de suprimirlos, los tienes que reforzar, mejorar y consolidar. Uno de ellos es la escuela como sitio físico y mental.
No es un caso aislado. Todos los días leo la vorágine de cambios que según los “expertos” se nos vienen encima en todos los sectores. Los pronósticos post-Covid me aburren. Ya ni los leo. Todo/as tenemos que salir corriendo ya. El relato amenazante de la innovación disruptiva está de carnaval, la retórica del “todo va a cambiar” o del “nada de esto servirá ya” produce hiperactividad. Nadie se salva 🙁
A la incertidumbre se añade el factor negocio. Le decía a Julen que la organización post-pandémica se va a parecer mucho más a la pre-pandémica que los que las grandes consultoras como McKinsey predicen. Eso es así porque a estas les interesa amplificar el cambio ya que es su negocio: ayudarte a cambiar. No digo que nos engañen, sino que exageran. Por eso hay que leerlas sabiendo que hay conflictos de interés en sus pronósticos y recomendaciones. Siempre venderán más necesidad de cambio del que hay y, como era de esperar, se quedarán cortas recetando un tipo de cambio más sistémico que pone en entredicho su propia identidad como gran corporación capitalista.
Creo que hay un exceso de ruido en los pronósticos y en los reclamos. Tanta distracción cognitiva, que desvía la mirada hacia lo periférico, exige cada vez más disciplina volver al centro, discriminar entre lo importante y lo accesorio, tomar distancia y ver las cosas con perspectiva. El pensamiento “esencialista” me parece de una fuerza y elegancia brutal. No dejarse marear por los remolinos superficiales y sumergirse en los cimientos, para entenderlos y reforzarlos, me parece una habilidad cada vez más relevante en estos tiempos.
No estoy invitando a evitar el cambio, ni a acomodarse. Solo digo que conviene tranquilizarse un poco. Unos tendrán que moverse más y otros menos pero la observación de calidad necesita pausa. Volver-a-lo-básico puede significar que tienes que cambiar pero no suele ser así. Casi siempre consiste en quitar florituras y recuperar esencias. También necesitamos reflexionar sobre la velocidad y el sentido que tiene ésta en nuestras vidas. En ciertos ámbitos quizás sea mejor caminar mucho más despacio, volver a los senderos de a pie, dejar el coche y las autopistas. Por ejemplo, en todo lo que tiene que ver con la gobernanza (personal y pública) de la tecnología o en la forma en que estamos tratando a nuestros mayores. También en discernir lo que nos hace realmente bien como personas, que no es ninguna tontería.
Suena contraintuitivo pero ser hoy “adaptativo” puede significar no cambiar en muchos aspectos, porque con tanto remolino que te empuja a moverte en cualquier dirección, tienes que hacer algo para decir «sigo así que voy bien». Si adaptarse es hacer lo que más conviene en cada momento, tal vez eso que más conviene sea consolidar lo que ya vienes haciendo. Contado así puede sonar que no estás haciendo nada pero la paradoja está servida: centrarse en las cosas buenas que hacías y mejorarlas implica hoy un acto de resistencia.
Igual pasa con el relato. Abundan las palabras inútiles. Lo cool sin significado. Estamos en una época en la que coleccionamos eufemismos porque hay que inventar constantemente palabros nuevos. Es una guerra de naming para colonizar espacios únicos. Así que cuando ves a alguien que habla sencillo y usa las palabras justas, las de antes, las de siempre, recuperando si hace falta su significado original, sientes que es un acto valiente. El back to basics o “volver a lo básico” suena hoy lo más revolucionario que se puede hacer en medio de tanta turbulencia.
«Antes de volver afuera hay que regresar adentro«, dice Residente. Se me ha quedado grabada a fuego esa frase de su canción y su vídeo que es un homenaje a la sencillez, un chute de diversidad, una metáfora de «volver a lo básico» en forma de 113 besos. «Comenzar de nuevo», para mí, no es cambiarlo todo sino eso: «regresar adentro». Ahí lo dejo:
Gonzalo
Hola, papá. Qué bien lo haces!
Julen
Me plantea muchas dudas este mensaje, Amalio. Lo compro en un sentido: cuando acontece un cataclismo (sí, para mucha gente y para muchos negocios es un cataclismo) es momento de pensar qué somos. ¿Qué éramos? Lo que ha acontecido -y seguirá aconteciendo porque va a quedar grabado a fuego un nuevo estilo de relación entre humanos- nos obliga a (re)pensar muchas cosas. En realidad, entiendo que derivado de ese profundo análisis puede que debamos mantener ciertos comportamientos y abandonar otros. Nada cambia de blanco a negro en un chasquear de los dedos. Pero la reflexión tiene que ser profunda porque el escenario obliga.
¿Poner en acento en lo que permanece frente a lo que cambia? Es una opción. Pero cuidado con morir respetando tu esencia. Quizá estas sacudidas sirven para ver quién tiene cintura y quién no. El famoso pivotar tiene que aparecer en este momento.
Insisto, Amalio, aquí el problema es que muchos proyectos pueden morir con la COVID19. Explícale a esa gente que tiene que mantener su esencia y no cambiar.
Amalio Rey
Todo lo que está pasando a mí también me genera dudas. Al imaginar y centrar este post, también las tuve. Pero siento que ese “cataclismo” tiene mucha capacidad de que confundamos lo esencial, lo que continua, lo de siempre, con las marejadas coyunturales, que son enormes y asustan, además de que hay gente amplificándolas. En un escenario así se necesita calma. ¿Crees, de verdad, que en este caso “va a quedar grabado a fuego un nuevo estilo de relación entre humanos”? Eso es precisamente lo que yo me cuestiono. No me refiero a lo que me gustaría, sino a lo que va a ocurrir. Mi imaginación y mis deseos son muy embusteros. Lo sé por experiencia. Las sociedades no cambian tan bruscamente. Por otra parte, claro que hay que mantener comportamientos y abandonar otros. Cuando sugiero el “back to basics”, decía que hay que “ir adentro” y revisar lo que realmente es esencial y vale la pena. No es que no cambiemos, sino cambiar con sentido y desde una “reflexión profunda” (el back to basics solo se adopta desde una reflexión como esa) de lo que somos y no por presiones externas sobrevenidas que ni sabemos si se mantendrán dentro de un año. Por resumir, de verdad, creo que hay que “pivotar” si realmente hace falta. Quizás no sea así, quizás ya habías “pivotado” antes de la Covid y es el momento de consolidar eso, o tal vez no tienes que pivotar esencialmente nada porque lo que haces bien se seguirá valorando post-Covid. No sé, igual mi mensaje no está bien explicado, pero: 1) no le digo a la gente que “no cambie”, de hecho digo explícitamente que no estoy invitando a no innovar, sino a hacerlo con criterio, 2) “mantener la esencia” puede implicar un cambio, con perdón, de la ostia… porque esa esencia puede estar soterrada, descuidada, incluso… maltratada por los vaivenes del entorno. A la esencia la puedes envolver de toda la “modernez” que quieras, adaptar el relato, etc…. “Ir a lo básico” no significa necesariamente “no cambiar”. Casi siempre implica algún cambio. De todos modos, muchas gracias por la lectura que haces. Es evidente que el post necesita matización y “cintura” 🙂
Julen
Quizá haya que ir caso por caso porque, como te decía, a quien se le haya jodido la vida (hablando mal y pronto) en lo personal (muerte de seres queridos) o en lo profesional (adiós al negocio que tenía) me temo que le «queda grabado a fuego» el acontecimiento. ¿Cuántas personas lo han sentido así? No sé, pero me temo que son unas cuantas. Entiendo lo que dices del cambio desde el postureo pero aquí, Amalio, ha pasado algo que ni por asomo pensamos que podía pasar. Creo que va a haber un cambio en la escala de valores y espero que sea para bien. El otro día comentaba con una compañera cómo, por ejemplo, la estupidez individual puede llevar ahora mismo a un daño a la comunidad. No se trata de que uses mascarilla o te laves las manos. Se trata de la repercusión que ese acto individual tiene sobre todas las personas que te rodean. ¿Cuándo habíamos sentido esa «presión»?
Por otro lado, aquí va a haber perdedores y ganadores. Yo, de momento, estoy del lado de la suerte. Toco madera porque nadie en mi entorno cercano ha fallecido y las cosas del trabajo van bien. Pero tengo la sensación de que mucha otra gente verá un antes y un después en la COVID19. Depende de cómo te haya afectado.
Insisto, me da que esto hay que considerarlo caso a caso.
Amalio Rey
Julen, a la gente que se le “haya jodido la vida” está claro que tendrá que arrancar de nuevo. Es obvio. No les queda otra. De hecho, estoy escribiendo unas reflexiones post-Covid, con ideas que me van viniendo y siempre con mucha humildad al hacer predicciones, en la que digo que hay profesionales y empresas que van a innovar mucho, profundo, pero serán solo los que han perdido casi todo y no tienen nada que perder intentando cambiarse de rama a lo bestia. Pero en esa situación está una minoría porque si fuera una mayoría, ya habría una revolución. El Estado del Bienestar va a amortiguar eso. De hecho ya lo está haciendo para recuperar en buena medida la situación anterior.
Por otra parte, de verdad, siento que yo vivo en un mundo distinto al que tu describes o el que ves en el norte. Aquí no veo yo que la gente esté tan predispuesta a “un cambio en la escala de valores”. Pienso que la gente está ocupada en salir adelante y sobrevivir el día a día buscando los resquicios que pueda.
Mira la política, Julen, cómo está, echa un asco. ¿cambio de valores? Si es que la política lamentablemente es un reflejo nuestro y nosotros también nos contagiamos de ella. Vivimos ahora una guerra, y lees las redes sociales y es hasta peor.
La “presión” que comentas sigue constreñida a lo micro y es coyuntural. Ya verás cómo nos relajamos. No ha caído un meteorito, ni han desaparecido los dinosaurios, Julen, por mucho que esto nos parezca la ostia de fuerte. Encontrarán una vacuna y ya verás.
Para que la gente aprenda a reconocer las interdependencias y a gestionarlas con responsabilidad como sociedad necesita que el contexto le re-alimente esas expectativas y las convierta en rutinas sociales. Para eso, tendrían que pasar años. El contexto competitivo de mercado (y de la política) tampoco ayudan a resetear. El sistema está muy interesado en retornar a lo de antes y tiene recursos (todavía) para conseguirlo. Si la olla se carga mucho, ya verás que políticos y ricos se ponen de acuerdo. A ninguno le conviene que explote. De todos modos, está claro que las acciones más atrevidas vendrán de los perdedores, como tú dices.
El caso por caso es una lectura correcta, pero entiendo que a nosotros nos interesa alejar el zoom para tratar de saber qué va a pasar a escala de la sociedad. Ahí está el misterio y es importante porque nos afecta muchísimo.
Alfonso Vargas
Lo cojo y reparto a los equipos de Residencias Escolares en pleno debate sobre cómo afrontar las necesidades de mil escenarios posibles del servicio público que prestan. Gracias Amalio, un abrazo.
Peter Hodgson
No tengo ninguna objeción a este post pero no dejo de oir la voz de Magaret Thatcher cuando escibes «Back to Basics». Back implica vuelta y retroceso. La verdad es que no creo que hayamos avanzado,
Amalio Rey
Amigo Peter: ¿y si resulta que abandonar «lo básico» ha sido un error? Muchas cosas que hemos abandonado están bien abandonadas, pero otras no. Se trata de filtrar lo bueno que dejamos incompleto por estar saltando de ramas sin criterio. Por otra parte, para mí es más importante la parte de «lo básico» que lo del «volver». Quita, si quieres, esto último. Se trata, más bien, de hacer lo que dice Residente: «regresar adentro»…. para descubrir lo que haya que descubrir ahí… Finalmente, claro que avanzamos si combinamos o reinterpretamos esa parte genuina desde nuevos escenarios. No se trata de repetir lo de antes, sino de resignificarlo.