Saramago, el portugués que hablaba claro
POST Nº 649
Me encanta leer biografías. Cuando voy a las librerías, esa es una de mis secciones de visita obligada, a pesar de lo mal que suelen estar organizadas, cosa que no acabo de comprender. Me interesan especialmente los textos originales, que dan cuenta de cómo actuaron y pensaron figuras relevantes sin la mediación de un relator que siempre introduce una capa de interpretación que distorsiona. Me chifla, por ejemplo, el género epistolar.
El otro día me acabé de leer un par de ladrillos de más de 500 páginas cada uno sobre dos personajes archiconocidos como son José Saramago y Nelson Mandela. No eran (auto)biografías, sino recopilatorios de apuntes escritos por ellos mismos que sus editores se tomaron el trabajo de recuperar y ordenar. Me gusta este modo de acercarse a una figura pública, porque leyendo lo que realmente dijeron o escribieron, uno puede hacerse su propia idea de cómo era la persona que está detrás.
Mandela y Saramago tienen varios puntos en común, además de ser Premios Nobel y personajes icónicos en sus países. Algo que los une es que ambos cosecharon sus frutos relativamente tarde. Tuvieron que esperar para disfrutar de la gloria, que solo les llegó a partir de los cincuenta, y gracias a que tuvieron una vida generosa. Por ejemplo, Saramago, que es el protagonista del post de hoy, tuvo un éxito tardío, a partir de 1980, cuando tenía ya 58 años. Murió con 87. Esa es una edad que nos abre, por lo visto, a muchas posibilidades, si sabemos aprovechar bien el tiempo y nos acompaña un poco la suerte 🙂
Sobre el escritor portugués leí: “José Saramago: en sus palabras”, una edición realizada por Fernando Gómez de Aguilera, publicada por Alfaguara en 2010, que es un recopilatorio formidable de medio millar de páginas con citas muy bien elegidas. “Conversaciones conmigo mismo” es la obra de Editorial Planeta que recoge la vida escrita de Nelson Mandela a partir de sus cuadernos de notas, borradores de cartas, diarios y manuscritos en prisión.
El próximo sábado publicaré las citas que elegí del recopilatorio de Mandela. La entrada de hoy la dedico a una selección de las ideas de Saramago, ordenadas por temas, que me parecieron más interesantes. Allá vamos…
Relatividades, paradojas e hipocresías
- No tengo que reconocer la autoridad a alguien que no se la merece, pero el no respeto a la autoridad por principio me parece un error.
- No nos importa vivir en la basura, porque salimos a la calle perfumados.
- Estoy en contra de la tolerancia, porque no es suficiente. Tolerar la existencia del otro y permitir que sea diferente es todavía poco. Cuando se tolera, se consiente, y eso no es una relación de igualdad, sino de superioridad del uno sobre el otro. La intolerancia es pésima, pero la tolerancia no es tan buena como parece.
- Hay algo peor que no querer a los emigrantes: decir que se les quiere y luego explotarles.
- No sé hasta qué punto Portugal me necesita, pero sé hasta qué punto lo necesito yo. Este país me gusta hasta en lo que no es bueno.
Sobre la utopía
- Cuando se vive de ilusiones, es porque algo no funciona
- La esperanza o la utopía me interesan poco. Para mí, lo que cuenta es el trabajo que tiene que hacerse en el día en el que nos encontramos (…) Si alguna palabra retirara yo del diccionario sería utopía, porque no ayuda a pensar, porque es una especie de invitación a la pereza
- El día de mañana es el resultado de lo que hayamos hecho hoy. Es mucho más modesto, más práctico y, sobre todo, más útil.
- La utopía ha hecho más daño a la izquierda que beneficio (…) porque no es algo que uno espere ver realizado en su vida (…) Si uno es consciente de que no lo puede realizar en el tiempo en que vive, qué sentido tiene.
Valores, felicidad y armonía
- El padre espiritual del hombre que soy es el niño que fui.
- Creo que no sabemos quiénes somos. Lo que uno hace, en el fondo, es mucho más importante que lo que uno sabe sobre sí mismo.
- Suele decirse que la soledad es enriquecedora, pero eso depende directamente de la posibilidad de dejar de estar solo
- El único valor que considero revolucionario es la bondad, que es lo único que cuenta.
- Cuando se ridiculiza la bondad, en el fondo, se está justificando la delincuencia. Y no me refiero a la delincuencia explícita, activa, sino a determinada actitud delictiva que se justifica con la indiferencia, y también con la incapacidad de actuar.
- A mí no me gusta hablar de felicidad, sino de armonía: vivir en armonía con nuestra propia conciencia, con nuestro entorno, con la persona que se quiere, con los amigos. La armonía es compatible con la indignación y la lucha; la felicidad no, la felicidad es egoísta (…) Y vivir en armonía no significa que no tengas conflictos sino que puedas convivir con ellos con serenidad.
- Ahora los valores se adquieren en los centros comerciales. Son las catedrales de nuestro tiempo.
- A partir de que el ser humano se mira a sí mismo como un consumidor, todas sus capacidades disminuyen.
- ‘No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti’ es algo que se puede expresar de manera más positiva: ‘haz a los demás lo que querrías que te hicieran a ti’. Creo que todas las éticas del mundo están contenidas en estas frases.
- Ninguna empresa del mundo puede estar por encima de las personas que trabajan en ella.
Sabiduría
- Con cuatrocientas o quinientas palabras se vivía. Puede que tengamos que reconocer que la sabiduría se contiene en esas pocas palabras.
- Algo que no podemos hacer es forzar el tiempo interior. Cada cosa tiene su momento de maduración y apresurarla significaría quebrantarla, una fatal distorsión. En un segmento de tu tiempo tienes un conjunto de cosas que están desorganizadas, y súbitamente se introduce ahí un elemento que lo organiza todo (…) Si hay algo en mi vida parecido a la sabiduría, es saber cómo esperar.
- Aprendí la vida y la lección de los mayores cuando ni ellos mismos sabían que me estaban dando lecciones.
- Mi muerte nació conmigo y, cuando me suceda, morirá conmigo (…) Me gustaría morir siendo plenamente consciente. Me parece una putada morirse cuando uno está durmiendo. Eso no se le hace a un ser humano.
Iglesia y religión
- Dios fue inventado en la cabeza de los hombres, y ahí es donde está (…) Es una creación humana y, como muchas otras creaciones humanas, en determinado momento se descontrola y empieza a condicionar a los que crearon esa idea (…) Las religiones, como las revoluciones, devoran a sus hijos.
- Todas las guerras son absurdas, pero las de religiones son las más absurdas de todas, porque se hacen en nombre de no se sabe qué (…) Yo creo que se ha matado mucho más en nombre de Dios que en nombre de cualquier otra cosa.
- El problema de la iglesia es que necesita la muerte para vivir (…) Sin resurrección no hay iglesia
Sobre la escritura
- No hay ironía sin melancolía.
- Tengo una gran deuda con el periodismo: me enseñó a escribir noventa y nueve palabras cuando eran necesarias noventa y nueve palabras.
- Siempre aplico un cuidado extremo, una autovigilancia, para que la demagogia no entre en nada de lo que hago.
- No entiendo muy bien eso que se llama el placer de la escritura. Tampoco sufro las agonías de otros escritores. Yo me comporto más bien como un obrero que se sienta prosaicamente a trabajar y que lo hace lo mejor que puede. No romantizo nada la actividad del escritor (…) La gente tiene la tentación de hacer más interesantes las cosas de lo que son.
- Los escritores hacen las literaturas nacionales y los traductores la literatura universal. Sin los traductores, los escritores no seríamos nada, estaríamos condenados a vivir encerrados en nuestra lengua.
- La historia está escrita desde un prisma masculino. Si estuviera hecha por mujeres, sería diferente.
Compromiso con la justicia y la participación
- Cada vez me siento más como un comunista libertario. Hay tres preguntas que no podemos dejar de hacernos en la vida: ¿por qué?, ¿para qué?, ¿para quién?
- Nada me provoca más grima que oír a un político decir que no hay que causar alarma social. La sociedad tiene que estar alarmada, que es su forma de estar viva.
- Dostoievski creía que la sensibilidad debe servir para solidarizarnos con el dolor, porque si no es así, me parece estéril. Una sensibilidad refinada para disfrutar de la estética es importante, pero es inútil.
- Yo soy un escéptico profesional. Vivimos en un mundo de mentiras sistemáticas.
- Todo el mundo habla de derechos y nadie de deberes, quizás fuera una buena idea inventar un Día de los Deberes Humanos.
- La enfermedad mortal de las democracias es la renuncia del ciudadano a participar (…) No nos damos cuenta de que, en el mismo momento en que el ciudadano introduce en la urna su voto, está haciendo un acto de renuncia a su derecho y deber de participar, al delegar el poder que tiene en otras personas que a veces ni siquiera sabe quiénes son.
El capitalismo y los fallos de la izquierda
- El problema más dramático de la izquierda es que no tiene ni una puta idea del mundo. Se quedó en un esquema que parece corresponder a una determinada época (…) y se quedó ahí, con eso, y no solo repite el esquema sino también el discurso. Eso es característico de la izquierda, que es incapaz de decir lo que profundamente cree (…) Pues que lo diga con el lenguaje de su tiempo…
- Cuando la izquierda llega al poder, no usa las razones por las cuales ha llegado. La izquierda deja de serlo muchas veces cuando llega al poder y eso es dramático.
- Nunca oiremos a nadie decir que está decepcionado con el capitalismo, ¿por qué? Porque el capitalismo no promete nada. Sin embargo, como el socialismo es una ideología repleta de promesas también está llena de decepciones.
- Uno de los errores de la izquierda (…) es creer que el nacionalismo es una cosa de derechas, cuando realmente no se puede borrar de las mentes de los pueblos y de las personas su cultura, su religión, su lengua, por mucho que, desde el punto de vista racional, no tenga ningún sentido.
- Lo humano es lo que hay que preservar y defender en todas las circunstancias: el capitalismo ya sabemos que no lo hará.
Sobre Israel y su coartada en bucle
- El holocausto es la gran y permanente autojustificación de los israelíes. Piensan que, por mucho mal que ellos puedan infligir ahora a quien sea, nunca será comparable con el que sufrieron ellos. En su conciencia patológica de pueblo escogido, creen que el horror que padecieron les exime de cualquier culpa por los siglos de los siglos. No conceden a nadie el derecho a juzgarlos, porque ellos fueron torturados, gaseados e incinerados. Además, y a la vez, quieren que todos nos sintamos corresponsables del Holocausto y que expiemos nuestra supuesta culpa aceptando sin rechistar cuanto hagan o dejen de hacer. Se han convertido en rentistas del Holocausto, pero lo cierto es que ni nosotros tenemos culpa alguna de aquella barbarie ni ellos pueden hablar en nombre de las víctimas que aquel horror generó.
Esto es todo. Espero que hayas disfrutado. Nos vemos en mi próximo recopilatorio de ideas de Mandela.
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Alfonso Torromé
Has expuesto, Amalio, la realidad de que todos los aspectos de la vida se encuentran en los libros, sobre todo en los de ficción, en mi opinión, que llevan siglos de ventaja a los «técnicos» del management del último siglo y parte del que estamos (pero quien puede negar que la Biblia no era ya un precursor sobre cómo y cómo no dirigir una nación «¿elegida?», con sus líderes, sus gentes, sus objetivos, clases, luchas, miserias… no seré yo quien lo haga). Cierto que no es fácil leer a Saramago, yo no he conseguido terminar el único libro que empecé de él «Todos los nombres», avergonzado lo digo y me propongo hacerlo este año. Convencido estoy de que encontraré alguna de las excelentes citas que has resumido, y muchas más que me servirán como poco para reflexionar las circunstancias personales y profesionales que nos rodean. Esperando estoy de leer tu recopilación de Mandela. Saludos
Amalio Rey
Así es, Alfonso. La ficción gana por goleada, aunque los buenos ensayos son maravillosos. La literatura de Management no ha aprendido casi nada del género de ensayo. Es pretendidamente «técnica», pero tampoco demuestra con rigor lo que afirma con tanta rotundidad.
Leer a Saramago es complicado. Tiene un estilo muy peculiar de escribir. Pero el fondo, el imaginario que construye, una vez que lo pillas, es maravilloso. Un saludo
Javier G. Recuenco
Mira, le voy a dar una oportunidad a este hombre. Gracias por el tip.
Soy consciente de lo mucho que me pierdo por no leer ficción, pero se te escapan personajes como éste por las rendijas.
Amalio Rey
¡¡Hay que leer ficción, Javier!! Y lo digo por mí mismo, que leo mucho menos de lo que debería. Tú, con el trabajo que haces transdisciplinar, sospechas seguramente que las mejores ideas se encuentran en los márgenes y espacios adyacentes. A mí cada vez me aburren más los libros de Management y derivados. Muy poco serios. Sesgos a montones. Venta de eufemismos. Se repiten refrescando la curva del ciclo del producto. En la narrativa están las oportunidades de encontrar conexiones improbables. Además, nos abren los poros a ser más sensibles. Por ejemplo, la poesía!! Ya me contarás, complexity man!!!
Julen
Joooooder, vaya colección de citas. Puedes agarrarlas una por una y te da para ponerte a reflexionar un buen carro de horas. Por entresacar una que me parece muy pertinente (difícil elegir solo una) me quedo con esa que advierte de que la tolerancia no deja de ser, en el fondo, una visión de los demas desde la supremacía, sea económica, moral o como sea.
Entre mis planes, cuando la pandemia lo permita, está continuar viajando por Portugal en bici. Así que leer a Saramago se hace casí obligado. Su clásico «Viaje a Portugal» se me hizo un poco bola, la verdad, pero quizá sea cuestión de coger otros textos y darle una segunda oportunidad, después de lo que has recogido en este post.
Lo dicho, colección de citas para la reflexión, desde luego.
Amalio Rey
Julen, cuando estaba pensando en el título del post, pensé: ¿leer a Saramago es realmente leer a un tío «que habla claro»? porque, como comentas sobre el libro de «Viaje a Portugal», y muchos otros, es un poco hueso leer sus generosos volúmenes. Su estilo es muy particular. Se le critica mucho su sistema de puntuación. En fin, que no es tan fácil leer sus novelas. Sin embargo, cuando opina sobre el mundo, cuando se pone en modo no-ficción, bien en artículos de prensa o bien en entrevistas, es un tío claro, clarinete. Y no le importa buscarse problemas «con los suyos», ni con los otros, como has visto en algunas de sus opiniones. Es muy directo e inteligible si se le pregunta. Por eso al final me decanté por poner ese título 🙂