Un nuevo modelo socioeconómico: comentando a Ricardo Antón (post-354)
El bueno de Ricardo Antón ha publicado recientemente un artículo extraordinario bajo el título de «Euskadi_P2P, el lugar más copiado del mundo«.
No es una apología a las virtudes únicas del País Vasco, sino una propuesta o manifiesto sobre las oportunidades que se abren para buscar soluciones a la crisis desde lógicas distintas a las de siempre. Es un texto francamente recomendable, y que te invito a leer aquí.
El artículo comparte algunos fundamentos de un posible nuevo modelo socioeconómico que apueste por la apertura, la descentralización y el empoderamiento colectivo. Habla de esas “empresas que parecen sumidas en la melancolía, sin saber reaccionar ni poner en valor su conocimiento y experiencia” como un síntoma de la necesidad de “dejar de aplicar las mismas recetas e imaginar y poner en práctica colectivamente nuevos modelos de producción, gobernanza y propiedad”.
Richi fija bases y fundamentos para la reflexión, y aunque adelanta algunas cuestiones prácticas y tangibles, todos sabemos que el infierno, o el paraíso, están en los detalles. Pero como documento de partida, me parece acertado y muy bien escrito. Valoro especialmente las preguntas que se hace al final del punto-4 porque me parecen estupendas, tan inspiradoras como prácticas. El texto me gusta también porque refleja un esfuerzo del autor por hacerse entender, una narrativa inclusiva que es eficaz en la pedagogía. Eso es algo que he echado en falta en artículos anteriores, pero que ahora se resuelve bastante bien, a pesar de que en algún comentario se diga que “mi abuela no lo entendería” 🙂
No sé si, como dice Ricardo, vivimos en un “momento de transición”. A mí me gustaría creer que sí, pero visto lo visto, soy mucho más prudente. No creo que, como él dice, “los medios de producción se están (…) haciendo accesibles para todo el mundo”. Pienso que estamos todavía muy lejos de eso, y que en lo esencial los medios de producción siguen en manos de los mismos de siempre.
Una parte del artículo se dedica a las patentes, que son en buena medida una locura, un despropósito, una huida hacia adelante que ya resulta absurda. Pero también es cierto que hay que encontrar una solución a los desarrollos de ciclo largo, que exigen una gran inversión de partida y que tardan muchísimo para salir al mercado/sociedad. Ese tipo de proyectos (por ejemplo, los relacionados con la Biotecnología y la industria farmacéutica) necesitan de alguna “protección” ad-interim, para que haya suficientes incentivos a la inversión. Si no se hace algo al respecto, nadie va a invertir en proyectos así, porque sin “protección” al inventor, se incentiva la actitud acomodaticia del “copiador”, del que espera a que invente otro. Es un problema real, que puede atenuarse si hay financiación pública o colectiva bien gestionada, con criterio, y que apueste por las externalidades positivas. Pero aún en ese caso, ya sabemos que si no hay un consenso global, lo que estaríamos haciendo es favoreciendo los comportamientos de Free-riders o polizón porque siempre habría gente que se aproveche de eso sin aportar nada.
Ricardo nos hace esta pregunta: ¿Por qué no reconocer, poner en valor y fomentar nuestra cultura y economía de la copia en vez de renegar de ella? Estando de acuerdo con la lógica de fondo, también creo que no hay cultura de la copia, sin una cultura de la invención. Para que alguien copie, alguien tiene que inventar. La copia tiene su sentido, porque reduce (por ejemplo) los costes y desmonta los excesos monopólicos, algo que ya expliqué en este artículo: “Imitación, piratería e innovación”, así que tenemos que revalorizarla sin complejos. Pero al mismo tiempo, es injusto que un modelo se base mayoritariamente en la copia, no sería un modelo sensato porque (gústenos o no) se estaría aprovechando de lo que inventan otros. El equilibrio se da cuando inventamos y copiamos, cuando desde una lógica P2P “intercambiamos” inventos y copias. Es como el que solo se baja ficheros de música, pero no compra/sube nunca ninguno. Según mi experiencia, en la “invención” y creación de lo auténticamente nuevo (la “I” grande de Investigación básica y aplicada, más la “D” de Desarrollo con la costosa Ingeniería de productos) es dónde más fondos estructurales se gastan, donde más inversión hay que hacer (al margen de la fase de comercialización), y eso forma parte de la lógica de la creación, y no de la copia. Si solo vas a la segunda, o la sobrevaloras, no estás jugando limpio.
El desafío de la monetización de prácticas abiertas y libres es necesario y complejo. De ello depende, como dice Ricardo, que sean “sostenibles en el tiempo”. Si queremos abandonar la retórica, hay que abordar con franqueza y coraje esa cuestión, aunque nos lleve a modelos más eclécticos. Ahí entran, por ejemplo, las famosas “Empresas del Procomún”, tan criticadas por el ala más purista de los movimientos alternativos. Vamos a tener que apostar por modelos híbridos de organización, que contengan elementos de lo viejo con aportaciones de lo nuevo. No creo en las soluciones 100% nuevas porque tienden a ser demasiado excluyentes, y generan resistencias innecesarias. Creo que esto último es importante. Tenemos que jugar de forma inteligente a debilitar las resistencias para que el cambio sea lo más fluido posible, lo que no significa que niegue la confrontación que siempre se da en un proceso de cambio auténtico.
Seamos innovadores, OK, pero evitemos caer en lo que suelo llamar la “soberbia del innovador”. Todo lo anterior no es malo, ni todo lo nuevo es bueno. La apuesta será híbrida, y pienso que ese es el camino viable, para que no nos lleve a una nueva frustración.
También intuyo que los modelos de redes distribuidas en lo económico no funcionan sin un encaje con el modelo político de gobernanza. Aunque el sistema “permita” experimentos (algunos de ellos citados en el artículo de Richi), será permisivo mientras se mantengan en lo periférico. Yo sostengo que las iniciativas que se han impulsado hasta ahora son esencialmente periféricas porque no ponen en peligro nada de lo que hoy es dominante.
El núcleo del “crecimiento centralizado” (y sus mensajeros) está bien protegido por poderosos intereses que tienen su neurona-espejo en la capa política. Así que el sustrato del cambio económico que propone Ricardo necesita de ingredientes ideológicos, de un activismo socio-político que deberá ir al unísono de la nueva lógica de redes distribuidas para que las políticas públicas se alineen con ese objetivo.
Es cierto que en muchos negocios las “conexiones” pueden servir de nuevo factor de escala frente al tamaño. Aquí se cumple ese axioma tan acertado que repito y repito: “El problema de las pymes no es su tamaño, sino que estén aisladas”. Así que sustituir elefantes por redes de gacelas es cada vez más posible con el desplome de los costes de transacción que produce Internet.
Pero si somos realistas, siguen habiendo todavía muchos sectores (y los habrán por mucho tiempo) que dependen en gran medida de las llamadas Economías de Escala, porque su lógica económica está basada sobre todo en la búsqueda de eficiencias. Esta tipología más conservadora pero real tiende a obviarse en este mundillo por nuestra conocida tendencia al ombliguismo digital, como si la conversión de átomos en bits fuera determinante en todos los negocios. La industria tiene mucho que decir en esto, porque está atrapada en su propia complejidad, y por la dictadura de las altas inversiones iniciales. He aprendido con el tiempo a respetar las especificidades de la industria, sabiendo que las lógicas distribuidas ahí necesitan de un abordaje bastante diferente.
De acuerdo con la idea de la internacionalización que prioriza flujos en los dos sentidos. Creo, sin embargo, que algunos negocios van a tener que deslocalizarse, si su estructura de costes así lo recomienda. Pienso que parte de esa reconversión hacia afuera implica ciertos grados de deslocalización porque Euskadi o España no están solos, no son silos, sino que están sometidos al fenómeno de la interdependencia. Pero coincido con Richi en la urgencia de revertir esa visión tan catastrofista de “ceder la industria” y en su lugar, no generalizar (simplificar) tanto y revalorizar lo local dentro de un marco que contribuya a cambiar mentalidades desde el propio consumidor y que impulse prácticas de compra ética/responsable. Ya hablamos de eso en este post sobre la “Relocalización”, y sigo pensando que hay mucho que hacer en este sentido, mucho que innovar desde una dimensión más humanista, que es perfectamente compatible con los rigores económicos de la viabilidad.
Por terminar, diré que las ideas de Ricardo Antón necesitan de una digestión lenta. Tienen una implementación compleja, y algunas de ellas asustan. Sí, repito, asustan… hasta a quienes como yo creemos en el cambio sin paliativos. Y sé que lo que asusta, cuesta mucho impulsarlo. Así que creo que una premisa básica que debe cuidarse es “asegurar la diversidad y riqueza del ecosistema social”. La diversidad implica gradualidad, y una aceptación de los límites que vienen fijados por el punto de partida. Se necesita un modelo de economía plural, que respete especificidades y, como dije antes, atenúe resistencias innecesarias.
PD/ La imagen del post pertenece a la galería en Flickr de El Bibliomata
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Jorge
Una pequeña joya sacada de El Pais….
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Guillermo
Hola Amalio
Hay algo que dejas claro y que comparto, en esto de la colaboración no es oro todo lo que reluce. En este sentido llevo tiempo con ganas de desarrollar una idea que me viene dando vueltas y, como siempre, que mejor sitio que este 😉
Sin duda que uno de los paradigmas de la producción colaborativa es el Software Libre pero si se rasca un poco se ve que en ese entorno, que podría parecer ideal, nos encontramos, en muchos aspectos, con los mismos problemas de cerrajón mental que en cualquier otro.
La colaboración en el aspecto técnico, en los distintos modelos de desarrollo, suele estar muy bien resuelta, pero la situación es muy distinta cuando nos separamos de lo técnico, por ejemplo en los modelos de negocio.
Precisamente acabo de ver una noticia en meneame sobre ubuntu. Me gusta ver los comentarios porque siempre surgen discusiones que dicen mucho de como funciona internamente el mundo del software libre.
http://www.meneame.net/story/lubuntu-13-04-liberada-instala-tu-linux-superligero-desde
La discusión sobre que distribución es mejor surge siempre … internamente entre las distribuciones surgen las mismas luchas, a veces más encarnizadas, que entre Apple y Microsoft.
Otra discusión muy común es sobre la necesidad de acercar al usuario básico el uso de este tipo de herramientas. Aunque parezca mentira hay muchos desarrolladores que ven con malos ojos que las herramientas sean demasiado usables, estos mismos usuarios suelen dar razonamientos absolutamente peregrinos sobre porqué el software libre no ha superado al propietario a pesar de sus múltiples ventajas técnicas. Podría dar un par de ejemplos de software que si no fuera porque sus creadores están muy cerca de esa visión «tecnócrata» habría triunfado (en el mejor sentido de la palabra 🙂 ) mucho más y no habría que irse muy lejos del propio meneame 😉 .
Como bien indicas Amalio, está claro que en el tema de la colaboración no hay que dar nada por hecho y … das en el clavo cuando planteas
gradualidad, conexiones entre lo viejo y lo nuevo, no generalizar en las soluciones y tener prudencia a la hora de interpretar los cambios que se están produciendo. Por ejemplo, creo que la tecnología tiene un impacto (potencialmente) revolucionario, pero el ser humano cambia siguiendo lógicas evolucionistas, y tiene un margen de tolerancia bastante limitado para metabolizar las propuestas. …
Amalio
Hola, Guillermo:
Pos’si, vengo escribiendo hace tiempo sobre los limites de la colaboración, y de que seamos honestos a la hora de juzgarla. No quiero que la Cultura Co- termine siendo nuestra próxima burbuja. Es cierto también, como dices, que en el tema del Software libre hay un gran debate en relación con los modelos de negocio, y en qué medida estos pueden ser incompatibles con el espíritu de libertad, autonomía y sentido comunitario que se defendió en sus origenes. Basta con que la «capa de negocio» entre en escena, para que el edificio tambalee.
Gracias por el enlace de Meneame.
Seguimos pensando 🙂
Ricardo_AMASTE
Aupa Amalio.
Peazo comentario-post… Así da gusto!
De acuerdo con todo, salvo quizá con lo del miedo final ¿qué es lo que asusta? Mira que he tratado de hacer una propuesta comedida, para todos los públicos!! 🙂
De todo lo que comentas, quiero centrarme en el tema de la copia frente a la invención, porque me parece en que ahí hay una de las claves de todo este necesario cambio de mentalidad.
Yo por mi propia historia -soy un artista, un creador-, ni puedo ni quiero posicionarme contra quien crea-inventa. Pero sí creo que hay que, si no relativizar este valor, si reconocer que todo es producto la inteligencia colectiva y por tanto, debemos promover el conocimiento libre. Y es que proteger las invenciones frente a la competencia probablemente ya no sea el mejor camino para rentabilizar la inversión en creatividad, en un mundo donde los procesos de co-creación abiertos se están demostrando más eficientes. En este sentido creo que lo rentable es invertir en propiciar las condiciones para un ecosistema fértil donde la creatividad se desarrolle en abundancia, en vez de hacer improbos esfuerzos en tratar de proteger invenciones como si fuesen casos excepcionales. Aunque es cierto que como dices, todo esto tiene sus matizaciones y aplicaciones específicas y no se trata de mantener lo cerrado o abrir sin más, en una dicotomía polarizada, sino de jugar con los modelos e hibridar. Porque las patentes tal cual las conocemos no tienen sentido, pero a las licencias libres aun les queda mucho por evolucionar para dar respuestas eficaces y hacer sostenible la creación. Hay mucho que inventar en este sentido!!
Pero a lo que iba con la copia. Bajo mi punto de vista copiar es una parte fundamental y necesaria del proceso de crear e inventar, desde la humildad de reconocer que (casi) nada es original, sino producto de un proceso histórico de evolución, remezcla y/o contextualización. Y es que copiar no es plagiar, que si me parece una posición más de freerider.
La cultura de la copia es pensar en reutilizar y mejorar, en compartir. Pensar en que nos copien y a su vez en todo lo que nosotr*s podemos copiar. Pensar en que, que nos copien, puede ser incluso una buena forma de que se desarrolle y disemine nuestro modelo y fortalecer nuestra marca.
Eso si, debemos encontrar los modelos de sostenibilidad que desde la cultura de la copia, bonifiquen (o al menos no penalicen) a quienes dentro de la red más energía y capacidades invierten en crear. Algo que ahora claramente no está sucediendo ni en el decadente modelo imperante ni en el emergente.
Amalio
Hola, Richi: Gracias por tu artículo, que está fantástico. Un buen documento de trabajo. Decía lo de que “asusta” porque siendo “una propuesta comedida” desde la perspectiva de lo que tú habitualmente defiendes, me deja la sensación de que llega demasiado lejos para lo que esta sociedad está dispuesta a escuchar y metabolizar. Y cuando algo suena tan disruptivo, que obliga a repensarlo todo, entonces puede “asustar”. No sé si el término es justo, o el adecuado. Quizás exagero un poco, pero repasando todas tus propuestas de forma transversal, siento que el conjunto es tan coherente y compacto, que puede dar la impresión de una excesiva uniformidad, de ser un modelo cerrado en sí mismo, como si la búsqueda de la diversidad que tú planteas como intención fuera más retórica, que real. En mi post intento explicarlo cuando sugiero gradualidad, conexiones entre lo viejo y lo nuevo, no generalizar en las soluciones y tener prudencia a la hora de interpretar los cambios que se están produciendo. Por ejemplo, creo que la tecnología tiene un impacto (potencialmente) revolucionario, pero el ser humano cambia siguiendo lógicas evolucionistas, y tiene un margen de tolerancia bastante limitado para metabolizar las propuestas. Así que yo creo que lo que funcionan son los itinerarios, las hojas de ruta, donde se fija una cadencia de cambios más digerible: primero esto, después aquello, dejemos por ahora esto tal cual, etc. No sé si con esta explicación consigo matizar lo de que “asusta”, probablemente exagerada.
En cuanto a lo de la copia/creación. De acuerdo con que todo es producto (en mayor o menor grado) de la inteligencia colectiva, y que cualquier creación suele ser una mezcla de aportaciones anteriores. Así que me parece bien que relativicemos la originalidad absoluta de los inventos. El problema concreto lo veo, como explico en el post, en los proyectos de desarrollo de ciclo largo, donde para conseguir algo de valor necesitas años de inversión y de esfuerzo. Quizás la discrepancia viene de que tú analizas el asunto desde tu paradigma de artista-creador, pero yo no estoy hablando de “creatividad”, sino del ciclo completo de “innovación”, que implica un proceso que va más allá de que se te ocurra una buena idea, sino que involucra una fuerte (muy fuerte) inversión inicial, una ingeniería de producto compleja y cara, un prototipado de orden superior (no el conceptual, sino el funcional), un proceso de validación para superar férreas normativas sanitarias (que es muy caro y lento, como ocurre en el mundo farmacéutico), etc, etc. Ahí entra, por ejemplo, la industria, que insisto necesita un abordaje singular, y diferente. En tu argumento hablas de “propiciar las condiciones para un ecosistema fértil donde la creatividad se desarrolle con abundancia”, y yo no puedo estar más a favor de eso, pero insisto, “crear” no es lo mismo que “innovar”. La creación debe ser libre, pero la innovación en ciertos ámbitos necesita de alguna forma de “protección” o “período de recuperación”, pero insisto, solo en ciertos ámbitos que se explican por las lógicas económicas y tecnológicas que le subyacen. El término “copiar” es ambiguo, y no ayuda del todo a discernir del plagio. De acuerdo, lógicamente, con la remezcla (¡¡faltaba más!!) pero tiene que haber “imitación creativa”, aportar capas de valor sobre lo que se “copia”, si se quiere jugar limpio. Sigo pensando que hablar de la “cultura de la copia” puede ser contraproducente en algunos ámbitos, porque para que se entienda tu matización se necesita estar muy informado/a y partir de un conocimiento de la filosofía open-source que sólo tiene una exigua minoría. Si lo que queremos es “reutilizar y mejorar”, entonces el término “copiar” necesita de algo más para que suene bien. Y si copiar es la forma de reducir costes y romper monopolios, también me parece perfecta (ya he defendido eso en otros posts) pero dentro de un ecosistema que consiga retribuir valor a todos los eslabones del Innovation Funnel.
Creo que hablamos de lo mismo, Richi, y que coincidimos en lo esencial. Pero agradezco que “metas el dedo” para ayudarme a repensar y matizar ideas. Un abrazo, compañero!!!
Ricardo_AMASTE
Si, en realidad estamos de acuerdo.
Creo que el proceso es lo importante y no tanto el cambio. Ahí la permacultura nos enseña muchas cosas. No se puede hacer nada contra las condiciones del propio contexto. En realidad, desde esa consciencia del contexto y desde las peculiaridades del ecosistema vasco, es desde donde se hace la propuesta, que incluye muchos términos generales pero también otros muchos específicos.
Sobre la diversidad, tener en cuenta que no se genera por arte de magia y que por lo general, nuestra sociedades no la incentivan sino que la reprimen. Hay que favorecerla, cultivarla, ponerla en valor. Suele pasarme que a quienes defendemos y proclamarnos diversidad, se nos acusa de hablar en términos absolutos desde el monopolio (y es que para que haya diversidad ellos deberán dejar espacio libre, tener menos).
Sobre la copia, es cierto que es un término conflictivo, también por eso lo utilicé, de manera provocativa. No se trata tanto de hacer una cosa o la otra, sino de buscar caminos intermedios, pero para eso es importante al principio hacerse buenas preguntas, forzar los términos, no empezar necesariamente por el principio, ni dar las cosas por sentadas. Lo importante es que posibilidades como la ‘imitación creativa’ o el ‘periodo de recuperación’ no se terminen usando como eufemismos para que todo siga igual, sino como posibilidades radicales transformadoras.
Y la creación como proceso (no tanto la creatividad como herramienta), también tiene sus ciclos completos, igual que la innovación, y ciclos también largos y a veces más difíciles de justificar porque derivan en resultados menos concretos (que no menos importantes o necesarios).
Seguimos.
Amalio
Amen, Richi. Lo suscribo todo..
A ver si nos dejan por aquí otras perspectivas y puntos de vista…
Seguimos 🙂