Céntrate en lo que no cambia
POST Nº590
Iba, el otro día, en el coche de un cliente, después de recogerme en el aeropuerto de Bilbao, y me compartió su inquietud de que no sabía qué hacer para sobrevivir al cambio tan frenético con que parece moverse todo en los negocios, y en la vida actual. Fue escucharlo y quedarme pensando, dándole vueltas, porque sabía que era una cuestión demasiado importante para contestar con obviedades del tipo “tienes que cambiar a la misma velocidad, o más”, tan típica de la consultoría.
Eso es lo que recomiendan, y tratan de hacer, la mayoría de las personas, contribuyendo así a alimentar la rueda del hámster en la que nos metemos a correr como pollos sin cabeza. A eso le llaman “adaptarse”, o sea: “el mundo cambia, así que observo, y copio”. Así replicamos las modas, los hypes, sin filtrar primero qué es lo genuinamente bueno de esas tendencias que mejora el tipo de organización, o personas, que somos.
Después de pensar un poco, y darme cuenta de que el tema daba para un post, la conclusión que compartí con mi cliente fue que, en un mundo tan sobreexcitado, sólo tenemos dos opciones: 1) andar veloces, super ágiles, surfeando, y tratando de cambiar a igual o más velocidad que el entorno, 2) centrarnos en las pocas cosas que cambian poco, que importan siempre, y tratar de hacerlas lo mejor que podamos.
De las dos estrategias, la que me gusta, con diferencia, es la segunda. Creo que es la más sabia, pero también la más contraintuitiva, así que es la que van a seguir menos personas (o competidores, si lo ves como una empresa). Por lo tanto, aparte de correr como unos desaforados, hay otra forma más inteligente de sobrevivir en este entorno turbulento, y es: poner el foco en lo que (casi) no cambia. Y OJO, no significa que dejemos de innovar, sino que vamos a hacerlo en esos ámbitos donde se note más.
Vivimos en un entorno al que llaman VUCA. Estas siglas, como sabes, responden al acrónimo de volatilidad (volatility), incertidumbre (uncertainty), complejidad (complexity) y ambigüedad (ambiguity). En un panorama contado de una forma tan dramática, lo menos que a uno se le ocurre pensar es que hay cosas que casi no cambian, pero sí las hay, y el reto está en descubrirlas.
A menudo perdemos de vista que hay muchos cambios que no se justifican, ni son sostenibles, porque responden a maniobras interesadas que consiguen convertirlos en moda, pero que después se evaporan tan rápido como llegaron, dando paso a nuevas modas, que van y vienen, sin arraigar nunca en nuestras trayectorias vitales. Así que conviene aprender a distinguir entre lo que es un cambio esencial, al que uno debe adaptarse, del secundario que distrae y es prescindible.
Leí del investigador social Matthew Salganik que “el truco para mantenerse relevante frente a este cambio rápido es la abstracción”. Es eso, tratar de abstraerse de tanta agitación. En cada situación o escenario hay reglas y aspiraciones esenciales, que se mueven por debajo de ese remolino, y que resisten al paso del tiempo. Las tendencias y modas las ocultan, pero están ahí, escondidas, explicando comportamientos. Hay que observar con atención, detectar patrones, y profundizar en las motivaciones humanas, que son las que condicionan todo.
En el mundo de la empresa, hay deseos y expectativas de la sociedad y del mercado que no están tan sujetas al vaivén de los ciclos. En ellas hay que fijarse en vez de estar con la mirada en tantos sitios a la vez. Algunas son compartidas por todos los negocios, son transversales, y otras más específicas. El “cómo” puede cambiar, pero el “qué”, no. Pondré algunos ejemplos:
- Socializar, sentirnos queridos y acompañados, tener vínculos de calidad
- Sentir seguridad, tanto para uno como para los nuestros
- Mitigar el estrés y el miedo, o sea, minimizar lo que nos produce ansiedad
- Sentirse valorados, y respetados, por los demás
- Ahorrar recursos y gastar menos, para conseguir lo que necesitamos
- Gestionar bien el tiempo para dedicarlo a lo que nos gustaría
- Aprender, y percibir que aprendemos cosas que nos hacen bien, y mejores
- Recibir lo que necesitamos en el momento oportuno
- Sentirse saludables y con bienestar
- Dejarse sorprender, y emocionar, por momentos y sensaciones inesperadas
- Hacer cosas con sentido, que tengan un propósito
- Sonreír, pasárselo bien, exponerse a situaciones divertidas
Esta lista puede ampliarse, pero no creo que llegue a ser tan extensa si hablamos de lo que realmente importa. Esas aspiraciones humanas no cambian, ni cambiarán. También tienen un reflejo en el mundo de las organizaciones. Estoy convencido que en todos los negocios hay unos pocos atributos que no perderán importancia en el algoritmo de compra de los clientes, al menos en un horizonte temporal prolongado como puede ser el de una generación. Esos atributos son auténticos porque perduran gracias a que responden a expectativas nucleares.
En fin, no inviertas tanto esfuerzo en subirte al carro del cambio hiperactivo, porque caduca pronto. Si dedicas un montón de tiempo a comprender y explotar cada cambio, cada novedad; cuando consigas dominarla, entonces aparecerá una nueva, y a empezar de cero otra vez. Por el contrario, prioriza esos atributos que siempre van a valorar los clientes y las personas a las que sirves, y que no son una moda. Céntrate en las cosas que ellas van a apreciar hoy, y también dentro de 10 años. Eso se llama estrategia, o “perspectiva” si lo prefieres, y hoy con lo fácil que es distraerse en tonterías, es más necesario que nunca.
Bonus Track: que sea bueno es más importante a que sea nuevo.
kholifa
gracias por tu articulo. es tan refrescante mi mente. por favor, consulte nuestro artículo también
http://news.unair.ac.id/en/2021/05/21/faculty-of-nursing-highlights-nurses-mental-health-during-pandemic/
Romeo Cervellon
Muy acertado en estos tiempos tan cambiantes.
Iván
Buen post y reflexiones Amalio. Me ha encantado la lista que has elaborado con los ejemplos del qué, me la he imprimido y puesto aquí en la oficina de Singapur para tenerla a mano 🙂 Un abrazo
Amalio Rey
Vaya, Iván, gracias por tener presente en forma impresa 🙂 A ver si un día te puedo hacer la visita, viajaprendedor!!!
un abrazo fuerte
David Soler
Estoy, en esencia, de acuerdo con tu post. Permíteme si me lo llevo a mi terreno porque desde un punto de vista personal el post es impecable y cualquiera podría estar de acuerdo.
Yo escribí hace un año y poco en mi blog sobre “La velocidad de la Transformación Digital”. Lo que quería decir es que, en medio de tanta locura por transformarse, estar en todas partes, hacer cualquier cosa digital que se ponga por delante y adquirir todas las herramientas disponibles en el mercado, lo que debería hacer cada empresa es hacer un análisis interno exhaustivo y aplicar esa transformación a un ritmo que pudiera calar de verdad, que la organización fuera capaz de asumir y, sobre todo, que el cliente la valorara. Se parece, aunque sea tangencialmente, a lo que tu dices: no cambiar por cambiar, ni adaptarse porque hay que hacerlo, sino asumir lo qué podemos hacer y hacerlo. Lo importante es no pararse pero el error es querer hacerlo todo y hacerlo ya. Cada empresa y organización tiene sus tempos y hay que respetarlos y asumirlos.
Amalio Rey
De acuerdo, David. Es lo que comentaba al principio del post de que replicamos las modas, los hypes, sin filtrar primero qué es lo genuinamente bueno de esas tendencias que mejora el tipo de organización, o personas, que somos.
En cuanto a “no pararse”, suelo ser bastante prudente con ese consejo. Creo, honestamente, que “hay que pararse” más de lo que hoy se recomienda. Tengo la sensación de que ese consejo de estar moviéndose, cambiando, siempre (es lo que equivale a “no pararse”) es el que nos lleva a una sobre-excitación que no ayuda a pensar, ni a consolidar lo que funciona bien. Cuando tú mismo dices, con razón, que cada organización tiene sus tempos, yo interpreto que parte de ese “tempo” incluye pararse, consolidar y no cambiar lo que funciona bien. Y, fíjate, eso lo dice alguien que vive de la innovación, porque es con la que me gano los cuartos, como bien sabes. Un abrazo
Julen
Voy a sacar de nuevo un concepto que me está dando mucho de sí: se trata de buscar un balance adecuado. Hay aspectos que sí o sí exigen velocidad, cambio y adaptación. Otros, en cambio, piden que no renuncies a lo que eres, al margen de que nos vendan VUCA o lo que quieran. Hay que jugar a dos bandas, no queda otra. Y cada cual debe elegir con qué parte se queda de cada una de esas dos realidades 😉
Amalio Rey
Hola, Julen. Por supuesto que, como en todo, la clave está en conseguir el balancea adecuado. El cambio y la adaptación para los cambios esenciales, porque no podemos vivir ajenos al entorno, y al mismo tiempo, reforzar lo que hacemos bien. Pero la idea que quería transmitir en el post es que incluso en esos cambios que parecen necesarios, debajo de ellos, hay principios y aspiraciones esenciales que no cambian. En la superficie a menudo aparece un remolino que genera más hiperactividad de la necesaria. Debajo de ella, el mundo cambia esencialmente mucho más lento. Lo que yo intento decir es que hay que mirar profundo, y no dejarse llevar por el lío hiperactivo de la superficie. Lo de jugar a dos bandas me parece bien.
Jaír Amores Laporta
Hola Amalio. Aquí Jaír, de EfectiVida.
Interesante concepto. Me quedo con la útlima frase, que sea bueno es mas importante a que sea nuevo. Sin embargo, la percepción que tengo es que las cosas (y las personas) no cambian tanto. A mí me encanta el cambio, y me frustra cuando mi entorno se resiste a moverse de su sitio. Quizá la razón es porque nos movemos en campos distintos. Sea como sea, el equilibrio entre innovar mientras se mantienen los valores fundamentales, los principios… es fundamental en este loco mundo.
Gracias por tus reflexiones.
Saludos desde Las Palmas!
Amalio Rey
Hola, Jair: Creo que hablamos de lo mismo. No se puede cambiar tanto y en tan poco tiempo, pero muchas organizaciones creen que lo consiguen quemando etapas, forzando los tiempos. A mí solo me encanta el cambio que me mejora, que me hace bien. El cambio per se no me dice nada. Saludos!!