Sé prudente con el Downsizing personal

POST Nº608
Hace unos meses tuve, entre mojitos, una conversación muy inspiradora con un amigo cubano que no veía hace muchísimo tiempo, que me dejó boquiabierto por su capacidad para convertir cada caída (por muy baja que fuera, como él las tuvo) en una oportunidad de levantarse. Fue de esas noches mágicas, en las que no paras de escuchar historias sorprendentes que animan a reenfocar la vida y que demuestran lo importante que es gestionarla con optimismo. Este amigo me contaba cómo, episodio tras episodio, tuvo que tragar muchos sapos haciendo cosas que no le gustaban, pero que a base de buena actitud, de no acomodarse, salió adelante mucho más fuerte.
Todo esto me lleva a retomar un tema del que he hablado bastante en este blog, el downsizing, un anglicismo que importamos a nuestra jerga y que significa, literalmente, encogerse, o, reducir tamaño. Se ha usado, sobre todo, para referirse al recorte de las plantillas de las empresas, pero es extrapolable a cualquier ámbito donde se disminuye la escala porque creemos estar sobredimensionados.
Se hace “downsizing” para optimizar costes, energía, y otros recursos. Es aplicable también en la vida personal, cuando hacemos un esfuerzo intencional de simplificar el volumen de cosas que hacemos y decidimos quitarnos de encima actividades que “nos sobran”, bien porque no nos gustan, o bien porque creemos que aportan poco valor.
Pero, claro, esos ajustes no son una ciencia exacta. Es realmente complicado dar con el punto de equilibrio. Casi siempre te pasas o te quedas corto. El Downsizing personal, que es algo que yo he defendido en muchos posts de este blog como una estrategia deliberada de reenfocar la atención, tiene sus riesgos, y me gustaría hablar de eso.
Haciendo pinitos como “downsizer” he ido descubriendo algunos peligros de querer encogerse sin el debido equilibrio. El mayor riesgo tiene que ver con otro tema recurrente en esta casa: la cultura del esfuerzo. Me refiero a que ese ejercicio, en apariencia tan saludable, de elegir unas pocas cosas para hacer y no salirse de las actividades que realmente nos gustan, puede llegar a atraparnos en un espiral de acomodamiento.
Noté, en su momento, que a medida que nos recogemos más, que somos más selectivos en las cosas que hacemos, nos volvemos más caprichosos y perdemos habilidad adaptativa. Por decirlo en términos más psicológicos, “horribilizamos” el tipo de tareas que menos nos gustan y que, sin embargo, puede que tengamos que hacer en algún momento.
A más nos recogemos, más riesgos de encerrarnos en nuestra zona de confort, y más incapaces podemos volvernos para bregar con las dificultades del mundo real al que siempre hay que regresar. En fin, lo que digo es que tampoco viene mal, de vez en cuando, hacer cosas que no nos gustan, porque eso mejora nuestra capacidad de tragar sapos, como los de mi amigo, que la vida nos va a poner en el camino más de una vez, por muy bien que nos vaya ahora.
Hacer cosas que gustan menos, o aceptar encargos que se salen de nuestras actividades más deseadas, incluso si te sobra trabajo para elegir, puede no ser tan mala idea. Bajar, de vez en cuando, al fango, aunque es algo que no se busque, ayuda a muscular la capacidad de resiliencia, a encajar momentos más duros que seguramente vendrán. Por el contrario, un downsizing caprichoso puede llevarnos a un espiral de acomodamiento que incapacita.
Julen
Siempre es un ejercicio sano ese de autoaplicarnos lo de que “menos es más”. En primer lugar porque si no levantamos barreras contra ciertos estímulos acabamos derrotados por ese ataque sin fin. Pero es que, además, me parece útil reconocer que nuestra capacidad es limitada. Siempre pensé, como escribí una vez, que tenemos que “aprender a llevarnos bien con nuestros defectos”. Quizá debí añadir ” y con nuestras limitaciones” 😉
Amalio Rey
Levantar barreras selectivas es positivo. Sabes, Julen, que defiendo eso cuando digo que hay que “blindarse” ante ciertas cosas, que hay que elegir muy bien. Pero este post quiere matizar eso, porque la virtud está en el equilibrio. En definitiva, que no creo que siempre “menos sea más”. Hay umbrales que conviene no pasar…
Iván
Buenas reflexiones Amalio. Interesante esto del Downsizing, voy a cacharrear en ello.
Amalio Rey
Gracias, Iván. ¡¡seguimos!!